Todos aquéllos que conocen la UCV como la palma de la mano, de seguro han visto una placa en la Facultad de Ingeniería, que dice "En memoria de Enrique Meza Carvajal, joven venezolano, estudiante de Ingeniería, asesinado por las fuerzas del fascismo en Santiago de Chile, 1973".
En este momento histórico que vivimos, mal hacemos no recordando este joven socialista venezolano, que se fue a Santiago a vivir con ese pueblo hermano su proceso revolucionario, y que sufrió la misma suerte que miles de chilenos.
Aquí está la historia:
"Dedicado a su familia, a sus amigos,
y a la valiente juventud de los años setenta...
(...) Damos a conocer a chilenos, venezolanos y latinoamericanos su biografía después de un trabajo de recopilación que lleva más de seis meses y que se concretara en el mes de diciembre en un libro y más adelante en un documental.
La defensa del internacionalismo proletario fue una bandera que levanto Enrique, al igual que muchos otros compatriotas, y que lo llevó a exhalar su último suspiro al lado de los trabajadores chilenos, en cuyas filas se plantó como uno más.
Hoy queremos rendir un sencillo homenaje a la figura de este joven, que murió defendiendo los ideales de justicia, libertad, igualdad y los sueños de una patria grande.
(...)
A finales del 68 y principios del 71 la propuesta de Renovación Universitaria y la autonomía estudiantil pusieron en crisis al sistema universitario venezolano. El Presidente Caldera cerró la máxima casa de estudios con la intención de crear el caos y chantajear a la sociedad con este tipo de prácticas reaccionarias que hicieran abortar el movimiento.
Este proceso transcendió las calles y hogares venezolanos. Al grito de Renovación Académica, se ubicaron sectores importantes de la sociedad venezolana, fundamentalmente el universitario. Este fue resultado de la convulsión mundial de esos años, la solidez de la Unión Soviética, las protestas norteamericanas contra la guerra en Vietnam, el Mayo Francés, la Revolución Cubana, entre otras que hicieron que los jóvenes venezolanos consideraran posible cambiar el mundo tomando cada espacio que les correspondía.
Las reivindicaciones principales fueron: paridad en los consejos de Gobierno, el rediseño de los pensum y programas de estudio, y mejoría en la calidad de los conocimientos impartidos, entre otras.
Los sectores oligárquicos venezolanos incluidos políticos, eclesiásticos, mediáticos, militares, coincidían en que este proceso significaba una amenaza al orden que proponía el pacto de punto fijo.
La universidad es cerrada y expulsados muchos de los estudiantes, varios de los cuales fueron perseguidos por organismos de seguridad, asediando y amenazando hasta lograr sacarlos del escenario político nacional.
Luego de las protestas que encabezaron los estudiantes de Ingeniería de la Universidad Central de Venezuela, en el año 70, las autoridades universitarias en concordancia con el gobierno, emiten un decreto de expulsión de un número importante de jóvenes. Entre ellos Diego Uzcátegui, Enrique Maza, Wanda y Raúl Colmenares, Pastor Martínez, Elena Amaro, Marcel Roo, Juancho Lacorte, Toño Ferrer, Alfredo Rodríguez, entre muchos otros.
Destino: el Chile de Salvador Allende
Algunos jóvenes expulsados o no habían decidido irse a Chile a estudiar acatando el llamado del compañero Allende, entre ellos también figura el actual Embajador de Venezuela en Bolivia, Julio Montes. En Chile tendrían la posibilidad de continuar estudiando y en socialismo. Enrique toma la decisión a ultima hora de viajar a Santiago, su destino inicial era Cuba.
(...)
“En el aeropuerto no me registraron el equipaje cuando dije que era estudiante, aquí son muy respetados y considerados gozan de muchos privilegios y se nota que son algo bastante especial del país”
...”Comencé a partir de ese momento a vivir como en otro mundo”
Según el análisis de algunas de las cartas que se han podido recuperar, que en sí, son un resumen de las vivencias y de la madurez con la que afrontó cada situación que se le presentó, su llegada a Chile en el año 1971 significa una decisión personal, motivado fundamentalmente por cuatro razones:
1. La expulsión de la UCV
2. La inminente detención. Según una carta escrita a su familia, y una confidencia realizada a su hermano Mingo le habrían amenazado con detenerlo si no salía del país en 15 días. Además, en alguna oportunidad le expresa a algún compañero sus angustias por el asesinato de su pariente, Américo Silva y la detención de varias personas vinculadas a él. Existía una persecución real contra los luchadores de esos años.
3. Su vocación por los estudios y su compromiso con la familia de terminar la carrera de ingeniería por sobre todas las cosas.
4. El interesante proceso político que se vivía en Chile y que motivo la presencia en ese país de cientos de jóvenes latinoamericanos.
Aunque breve, su vida estuvo dedicada a cumplir los sueños libertarios que movieron cada uno de sus impulsos.
Fue aceptado en el 7º semestre al cual ingreso en el segundo periodo del año 1971. A la vez que inicia sus estudios con entusiasmo, también se incorpora al trabajo político.
Dos organizaciones concitan su interés: el MIR y el MAPU. Se incorpora de manera activa a las bases de ambas organizaciones. Se encanta con la propuesta de los trabajadores y acude a solidarizar en su lucha al frente de los cordones industriales. En este camino también transitaban Pastor Martínez, Marcel Roo, Juancho, Diego Uzcategui, entre otros.
Cuando fue levantada la sanción a los expulsados de la universidad y se dicta una amnistía para los perseguidos políticos, a Enrique le llega la posibilidad de regresar al país. Sin embargo, toma la decisión de quedarse en Chile y anuncia su regreso para el año 74.
Tenia una relación estable con su novia Clarita, le iba bien en los estudios, estaba realizando su practica profesional en Lan Chile y Laboratorios Geka, militaba en la revolución chilena, por lo que no se planteaba la posibilidad de volver ese mismo año.
El 16 de noviembre de 1972 escribe a su hermana Isabel: “... Otra cosa es lo respecto a los líos de acá, fueron 26 días de huelga donde participaron los profesionales, médicos, ingenieros, etc., el comercio, algo así como fedecámaras, los dueños de camiones, fue algo que conmovió toda la estructura del gobierno, pero no lo debilitó porque surtieron un efecto contrario al planeado que yo creo que era provocar una crisis institucional, crear un vacío de poder que tenía que llenarlo el ejército...”
(...)
LOS ULTIMOS MOMENTOS
El lunes 10 su novia lo había visto por última vez, durante toda la tarde, se despidieron y quedaron de encontrarse el día siguiente en la Escuela, ambos eran compañeros de carrera. El martes 11 de septiembre de 1973, ya llevaba varios días apoyando las guardias de los trabajadores y combinando con los estudios y la practica profesional. A las ocho de la mañana comenzó el golpe.
Esa mañana se levanto mas temprano de lo usual, alertado por el aviso de movimientos de tropas en Valparaíso. Fue a la universidad y al no encontrar a ninguno de sus compañeros para ofrecer resistencia, toma un bus de regreso a la Calle Vicuña Mackenna, es en ese lugar donde se encuentra con un compañero venezolano, Enrique Ortiz, quien lo conmina a irse a la Embajada puesto que “ya no había nada que hacer”. Enrique Maza le responde a su tocayo “no, yo voy a los cordones de Vicuña Mackenna, tengo compromisos con los trabajadores y ellos creen que esto se puede revertir”.
En realidad era la idea de la resistencia, la dignidad la que mantuvo en pie a los cordones, puesto que era un ejercito de trabajadores, estudiantes y pobladores, desarmados, solo con la convicción de que podrían ofrecer resistencia a la maquinaria golpista que recién mostraba sus primeras acciones la mañana del 11, hasta que llegaran las armas prometidas.
Según una carta donde su novia le explica a Maria Isabel lo ocurrido, en diciembre de 1973 “...Empezaron a hacer llamados por la radio que todos se fueran a las industrias y centros de trabajo ... No pude quedarme en casa y partí a buscar a Enrique, no sé por qué, pero había algo que me hacía buscarle. Antes había ocurrido lo mismo con el Tancazo, pero no tuve miedo y esperé pacientemente noticias de él. Pero ese día no podía. Primero fui a su departamento, pero no contestó, luego fui a la Escuela, ya se la habían tomado y él no estaba, se me hacía tarde y tuve que volver a casa desesperada.
“Esperé todo el día noticias, pero no se comunicaba conmigo, además de no saber lo que estaba pasando, porque a esas alturas ya no había información; sólo se escuchan los sonidos y balas y bombardeos, y lo peor era que había toque de queda y no podía salir. Finalmente, al anochecer me llamó por teléfono y dijo que se encontraba “vivo todavía”, que no me preocupara porque estaba en un lugar seguro y que todos sus amigos estaban bien, le pedí que me dijera dónde estaba, pero se negó, tanto insistí que dio el teléfono y mencionó un sitio llamado Zeus. Me pidió que escuchara radio por si llegaban a hablar y dar alguna información en FM porque ellos no tenían. Luego de colgar busque esa industria, la encontré, pero me asustó mucho más al ver su ubicación; estaba en el cordón Vicuña Mackenna y seguramente era donde debía estar concentrado la mayoría de los militares, entonces comprendí por qué se había negado a decirme dónde quedaba”....
...”Pasó como una hora y escuché la muerte de Allende y lo llamé, dijo ya saberlo. Dijo que me llamaría a la mañana siguiente que iría a mi casa”.
La desesperación, el desasosiego, la rabia y la impotencia se habían apoderado de cada uno de los hombres y mujeres que protegieron con sus vidas las fabricas, las calles, los hogares del Santiago del 73.
Vieron avanzar los tanques, cerrar las radios, iniciar los bombardeos de la moneda, asesinar gente... y escucharon el último discurso del compañero Allende. Con las manos apretadas y los dientes apretados, con el llanto resbalando por el rostro ..... Resistieron, entre unas y otras fabricas del Cordón Industrial, hasta que a media noche una ráfaga de ametralladoras invadió las propias puertas de la empresa Luchetti, donde se habrian reunido los combatientes que quedaban resistiendo...
Uno a uno fueron sacados con la más cruel violencia, desnudados, torturados, los acostaron en el húmedo y frio suelo. Trataron de quebrar la moral de los allí detenidos.
A Enrique lo increpa un militar que le grita “tu cubano, corre”.
Enrique habría respondido que era Venezolano y no cubano, y que no correría, entendiendo que le seria aplicada la “Ley de Fuga”. Sin embargo, es obligado a salir de la fila, se le coloca contra una pared y le descargan 18 tiros de ametralladora. Su cuerpo es arrojado frente a la fabrica de pastas Luchetti, desde donde fue trasladado al Instituto Medico Legal ubicado en la zona de Independencia.
“Miércoles 12: Esperé toda la mañana que me llamara y no lo hizo, luego llamé yo, pero nadie contestó. Seguí llamando todo el día con el mismo resultado. Había toque de queda todo el día. Jueves 13: Continúo el toque hasta las 12 y se reanudó a las 18 hrs. Se prohibió ir a la zona céntrica, pero Enrique vivía en esa zona, así que fui a pesar de la prohibición. No había nadie en el departamento” cuenta Clara en su misiva.
“Viernes 14: No me avisaron de nada y volví a ir donde Lenin, pero ellos no estaban. En ese momento yo no tenía ninguna persona para poder encontrarle y volví desesperada. En la noche me llamaron de la embajada y me dijeron estar asilados todos, menos Enrique, pero que no me preocupara porque se creía que estaba bien”. “Sábado 15: Salí a la calle y me encontré con un venezolano que sólo conocía de vista, lo paré y le pregunté por Enrique y él me dijo que estaba muerto”. ...
”Salí a buscarlo. Primero fui al hospital, luego al estadio, pero no recibía ninguna clase de información segura, sólo que no estaba y tenía que esperar horas para esa respuesta” “Domingo 16: Busqué en los regimientos, pero tampoco me dijeron nada”.
“Lunes 17: Ya no tenía donde ir, porque no sabía dónde estaban los muertos, así que fui al diario, tenía un pariente y él me aconsejó que no siguiera buscando más porque ni siquiera ellos sabían. Me dio un solo dato que fuera a buscar a los cementerios y les rogara que me mostraran las listas de los enterrados. Fui allí y no figuraba.
“En el cementerio me dijeron que viera en la morgue podría ser que todavía se encontrará en el depósito de cadáveres. Partí inmediatamente y lo encontré, pero no tuve valor para reconocerlo.
Luego fui a buscar a los muchachos, pero ellos ya se habían ido, gracias a Dios estaba Toño. Más tarde hubo que hacer una serie de de trámites que duraron días para poder sacarlo de allí. Lo vi antes que lo sacaran de allí y lo depositaran en la urna, su estado era deplorable” ...
“Con las personas que he conversado, todas dicen lo que otras les dijeron. Hay confusiones en los sitios, algunos dicen que fue en IRT (otra industria del sector) yo sé que es imposible que haya llegado hasta ese lugar, son sectores distantes del lugar donde se encontraba y la zona demasiado vigilada. Otros dicen que fue en Tisol que es lo más probable, son lugares vecinos a Zeuz”..
”Quedan muchas dudas. ¿Por qué estaba allí?. Según él cooperaba o ayudaba al partido socialista. Ese día seguramente .... obedeció las ordenes de Allende”.
“Había días que él se quedaba en las industrias de noche y qué hacía allí, no sé. Según él se temía un golpe y por eso se quedaba”.
Clarita, acompañada de Toño Ferrer y Elena Amaro inicia los trámites para repatriar los restos de Enrique. Lleva la noticia a la Embajada y desde allí al hogar de la familia Maza.
La noticia, sin embargo, fue ambigua en un principio “habría fallecido un joven de apellido Meza” lo que confundió a la familia de Omar Meza, cuyos padres también sintieron la desesperación y el dolor de los Maza en la primera hora del anuncio. Esta información fue aclarada en breve.
El cuerpo de Enrique es transportado a Caracas el 29 de septiembre, desde donde seria trasladado hacia Cumana, bajo grandes medidas de seguridad.
Es su hermana Isabel quien junto a Simón Sáez Mérida, y José Vicente Rangel, tuvo la dolorosa misión de tramitar ante el Ministerio de Relaciones Exteriores la entrega y traslado del cuerpo a la ciudad de Cumana. En el avión viajaría además una veintena de miembros de la Disip.
La instrucción entregada a Isabel en el Ministerio por supuestos “funcionarios” era que el cuerpo de Enrique no podía ser velado sino que debía ser sepultado de inmediato.
Al llegar a Cúmana el avión era esperado por centenares de estudiantes y personas de la comunidad conmovidas por la terrible noticia. Es su hermano José, médico, quien revisa el cuerpo del joven, comprobando los impactos de bala, lo crecido de su barba... el asesinato del hermano.
El 30 de septiembre fue sepultado en el cementerio general de Cumaná. La prensa local reseño la muerte de Enrique, se le rindieron homenajes en las universidades, liceos. Su familia y en especial sus hermanos, así como sus más cercanos amigos, mantienen vivo su recuerdo.
El olvido no logró arrancarnos la vida de Enrique, y hoy lo levantamos en un homenaje a todos los estudiantes de izquierda, a los internacionalistas, a los luchadores que han forjado este sueño de revolución que hoy construimos entre todos.
¡Honor y gloria a Enrique Maza Carvajal!"
Tomado de:
http://chile-mir.org/index.php?option=com_content&task=view&id=97&Itemid=38
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