
Veo a un muchachito de grandes ojos tristes, encerrado en un sistema opresor, y que se evidencia en lo oscuro de su traje, lo apretado que le queda, el sombrero caído..
Casi que su traje nazi es el traje de un convicto, de un preso. Es una victima del poder...una victima resignada...
Para el niño Ratzinger no hay salida...sólo ser sometido..
Para Ratzinger, No Hay Opción: Ante el Poder, sólo se puede ser un sometido.
Veo en sus ojos el corazón de un niño que quiere obedecer, complacer, aunque la sumisión le cause dolor...
Sumisión es dolor...
Sufrimiento es sumisión...
La sumisión complace al Poder...
El que sufre complace al poder, luego el dolor es placentero..
De adulto, mejor dicho, de anciano, lo que veo es un hombre que disfruta Ser desde el Poder......
Ser el Poder.
En sus ojos no hay sufrimiento...no es un sometido...se ha liberado...Ahora es el Poder..
Y el Poder, para Ratzinger, inflige dolor.
Hay una especie de placer sádico en inflingir dolor a la corporeidad, a los deseos, a la materialidad...
Es un inquisidor.
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