La Oligarquía criolla y sus aparatos de colonización pedagógica (en el sentido del argentino Jauretche) necesitan reproducir una y otra vez, generación tras generación, las ideas racistas y excluyentes de la colonia, la cuales fungen como instrumentos de dominación hacia las mayorías que, calladamente, aceptan como "normal" la exclusión, la marginación de los centros de poder.
Romper con esa lógica de dominación, con el metalenguaje de la dominación es, en sí mismo, un profundo hecho revolucionario.
Es darle a las mayorías la idea de que tienen poder, que son aceptables y que tienen derecho a ser sujetos de transformación.
El mensaje revolucionario tiene que resemantizar, cambiar significados opresores, por otros liberadores y otorgadores de Poder a las mayorías.
Por eso, todo el discurso revolucionario tiene que ir dirigido a cambiar esos patrones ideológicos tradicionales y sustituirlos por otros incluyentes, que refuercen la autoestima de millones.
Romper con esa lógica de dominación, con el metalenguaje de la dominación es, en sí mismo, un profundo hecho revolucionario.
Es darle a las mayorías la idea de que tienen poder, que son aceptables y que tienen derecho a ser sujetos de transformación.
El mensaje revolucionario tiene que resemantizar, cambiar significados opresores, por otros liberadores y otorgadores de Poder a las mayorías.
Por eso, todo el discurso revolucionario tiene que ir dirigido a cambiar esos patrones ideológicos tradicionales y sustituirlos por otros incluyentes, que refuercen la autoestima de millones.
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