"Lupe Victoria, una mulatita flaquita que siempre cantaba y bailaba por las esquinas del barrio San Pedrito, en la provincia de Santiago de Cuba, desde muy chiquita le gustó la música: el Bolero, las Guarachas, el Guacanco... Admiraba a la famosa cantante francesa Edith Piaf, a la española Lola Flores y a las cubanas Celia Cruz y Olga Guillot. "Era simpática, todo el mundo la quería", decían los que la conocieron. Su padre, Tirso Yoli Michel, era un viejo obstinado que trabajaba en la fábrica del Ron Bacardi, cuyas instalaciones tenía una enorme chimenea justo en frente de la ventana del cuarto de Lupe. Ese fue el paisaje de su infancia, y dentro de ese caserío urbano, desarrolló su muy conocida espontaneidad e irreverencia. Su mamá era una guantanamera autoritaria, Paula Raymond Soler, se llamaba, pero su padre, de Santiago, era bastante más dominante, y no le gustaba nada que su hija se dedicara a cantar por ahí. Tuvo que estudiar para maestra en la Escuela Normal prácticamente obligada.
Sin embargo, siguió agazapada en lo suyo. Cantaba en concursos de radio y participó varias veces en el programa “Gilda busca una estrella”, de la fábrica de galletas Gilda. Una vez fue a uno, a pie, desde su casa hasta Santiago. Los zapatos le apretaron todo el camino y cuando llegó su turno en la radio, cuenta José Manuel Gómez en la “Guía esencial de la salsa” que salió a cantar descalza, liberada del doloroso yugo. Para esa ocasión interpretó “No me quieras así”, imitando a Olga Guillot, tan extraordinario, que por supuesto ganó el primer puesto. Tirso Yoli, en casa, escuchó sin parpadear a Lupe Victoria en el programa, y quedó tan impresionado, que no tuvo más remedio que consentir el anhelo de la joven. A partir de entonces se presenta en Cabarets, Night Clubes, bares, rincones; en donde sea expresaba su divina locura. José Armando Guzmán Cabrales -laborioso del son cubano- recuerda:
“Ella no era una figura, era una aficionada…El programa se emitía en la emisora CMKW, entonces “La Onda Musical de Oriente”, en Estrada Palma y San Basilio (...). Luego, ya como animador del “Cabaret Copa Club” de Santiago de Cuba, volví a presentarla, y a Pacho Alonso, René del Mar… pero entonces era Lupe Yoli, no La Lupe (...). La contrataron y todas las noches cantaba en un show y triunfaba como cancionero; la gente le pedía canciones, porque lo hacía muy bonito, y bailaba muy bien (...). Era una mulatica delgada, muy enérgica, que no se estaba tranquila en ningún lugar. Se desenvolvía con mucha soltura en el escenario. Yo creo que desde que empezó a cantar, tenía el don de estrella, de verdad (...).
Aunque le encontraban parecido con Olga Guillot, cantaba sus canciones porque eran las que estaban de moda; pero yo creo que Lupe cantaba como ella misma (...). Todavía quedan otros acercamientos, los de su prima Irma Canet Yoli, quien la recuerda “muy simpática, terrible (...). Y cuando se ponía a cantar, cantaba en cualquier lugar, y nada le daba pena. Decían que imitaba a la Guillot, pero para mí, ella no imitaba a nadie. La recuerdo en el teatro, las colas para verla (...). Y eso de darle golpes al pianista por la espalda, todo eso… le salía de adentro, era algo que le nació a ella misma, que no copió de nadie".
Posteriormente se radica en La Habana, donde continúa su trabajo al frente de “Los Tropicales”. Lupe dramatizaba su personalidad, visceral, atrevida, furiosa, dentro y fuera del escenario. Su manera despertaba comentarios: "Esa mulata parece incontrolable", se decía tras bastidores; por lo que no pasa mucho tiempo para que la echen del puesto. El musicólogo Cristóbal Díaz Ayala dice que, La Lupe, “hacía todo lo que cualquier cubano deseaba hacer: llorar, gritar, maldecir”, en una época en que la represión operaba impunemente. Luego pasa a formar parte del grupo de Facundo Rivera, y a finales de los cincuenta, se casa por vez primera con Eulogio "Yoyo" Reyes, integrante del “Trío Los Tropicubas” con el que comienza a cantar en 1958. El grupo se presenta en distintos locales nocturnos, pero las apariciones más conocidas fueron en el Club “La Roca”. Su forma de cantar destacaba por encima de todos. Un estilo muy particular y teatral de abordar la canción encantaba a la gente. Agresiva, excéntrica y explosiva, igual daba llorar que arrojar un zapato a los músicos. Cada vez que cantaba, no podía contener su temperamento, quebrantando todo criterio musical establecido por el grupo. Esto originaba constantes desacuerdos internos, no obstante, el Trío continúa con sus exhibiciones y comienza a presentarse de forma permanente en un legendario bar de La Habana llamado La Red. Llena de energía y con cierto toque estrafalario, se hizo famosa casi inmediatamente en la ciudad. Dejando atrás a Los Tropicubas, su carrera se inicia vertiginosa, interpretando ritmos afrocubanos, rancheras, rock y boleros.
Prueba de esta efervescencia, es la grabación de su primer LP en 1960 con el sello Discuba, llevando por título "Con el diablo en el cuerpo", e incluía, entre varios géneros, famosas baladas norteamericanas en versión española como "Crazy love" , de Paul Anka; "Quiéreme siempre", de G. Lyner-R Guthril; "Alone", de Silma Graft; "Fever", de Bavenpor-Cooley, y su éxito en ritmo de bolero "No me quieras así", de Facundo Rivero, tema que se conoció en los bajos fondos cubanos como "La Pared", porque solía cantarlo de espalda al público y frente a una pared. Fue tal el éxito de la producción musical, que recibe de manos de la firma RCA Víctor junto a Benny More, el Disco de Oro de la Popularidad, y la prensa local reseñaba, constantemente, el éxito sin precedente de una mulata criolla en el barrio del Vedado. Su segunda grabación se realizó poco tiempo después, llamándose “Is Back”.
En un artículo publicado para El País, por Diego Manrique en marzo de 2000, se enuncia la manera cómo recordó, Pedro Cabrera Infante, su contacto con La Lupe en el night club habanero La Red, en una Cuba en plena euforia de la revolución. Principio de una era en la que no encajarían ninguno de los dos: ambos terminarían exiliándose: "...salía una mulata que daba la impresión de ser a la vez fornida y delicada, según se mirara a las grandes tetas o a los grandes brazos y cantando, interpretando (ese es el verbo adecuado) un calipso de Adolfo Guzmán. Pero se convertía de pronto en un temblor demente, en una incursión trepidante, en un verdadero ataque.
La cantante misma primero parecía poseída por el demonio del ritmo y su miedo escénico se convertía en una forma de terror.- 'Hoy tengo el diablo en el cuerpo y me abrasa la fiebre de tu ardor / Este delirio por ti me consume / ¡hoy tengo el diablo!'. La cantante ahora se golpeaba, se arañaba y finalmente se mordía las manos, los brazos. No contenta con este exorcismo musical, se arrojaba contra la pared del fondo, dándole trompadas con los puños y con uno o dos cabezazos se soltaba, literal y metafóricamente, el moño negro. Tras aporrear el decorado, atacaba al piano y agredía al pianista con una furia nueva. Todo ello, es milagroso, sin dejar de cantar ni perder el ritmo de cálido calipso que ella convertía en una Zona tórrida musical.
La verdad es que a La Lupe le gustaba lo que fuera: Boleros, Son Montuno, Guaguancó, siempre y cuando la hiciera vibrar. Su forma de interpretarlos era original, llena de trucos, hiriente y desgarradora.
Tanto era su amor por la música que ella decía que cantar era como hacer el amor, entre más pasión le ponía, más era el deseo, y por eso se entregaba totalmente, revelando sus arranques de locura al tirarse en el suelo rompiéndose el vestido, sacándose los zapatos, convulsionando, llorando, gimiendo, esa era ella.
En su artículo, Reinaldo Cedeño Pineda, recoge el testimonio de la profesora universitaria e investigadora cubana Daysi Cué Fernández, que en 1961, era una estudiante de sociología de la Universidad de Oriente, y llegaba a La Habana con sus compañeros, a propósito de una exposición: “Por la noche, aprovechábamos para recorrer la ciudad… En una de esas salidas por El Vedado, fuimos a dar, ya en la madrugada, a La Red. En aquel momento, la Lupe era la estrella del lugar.
Casualmente iba en el grupo, un muchacho que había sido su compañero de estudios de la Escuela Normal de Santiago, y la Lupe se sentó con nosotros en la mesa. Me llamó la atención que la conversación de ella era la de una persona educada, culta, no lo que uno se podía imaginar viéndola actuar. Era muy correcta, al menos lo fue ese día, y no me pareció una mujer vulgar. Cuando empezaba a actuar se transformaba y todo lo que se dice es verdad: se pellizcaba, se mordía… desbarataba el mundo; pero lo hacía con una sinceridad que no te daba la impresión de que era una pose de escena. No me pareció nada impostado, o una imagen que se tratara de vender. Ella sentía así, y así lo manifestaba. El cabaret se llenaba, porque a todo el mundo le interesaba verla, era un espectáculo. La Lupe era un torbellino. Creo que tiene que haber existido muy buena identificación entre ella y los músicos, para soportar todo aquello.
Lupe iba contra todos los cánones del período. La Lupe contagiaba y es una artista irrepetible”.
Sin importarle las leyes ni la política, causó varios escándalos en la sociedad Cubana. Su estilo no
gustaba a la ortodoxa música del son del caribe. Durante los tiempos de Batista, su comportamiento era condenado y tildado de ser de mal gusto entre los grupos de la alta sociedad, sin embargo, el pueblo la admiraba, la quería, le aplaudían, idolatría que fue bautizada "El Lupismo". Esa forma de decir las cosas se conectaba con el sentir de los barrios, con los suburbios y con la juventud, deseosa de nuevas expresiones.
Al final de los años 50, Fidel Castro entra al sistema de mando gubernamental aplicando un nuevo proyecto de país que termina por nacionalizar los clubes nocturnos, La Red incluida. La fama de La Lupe fue, por algunos personeros de gobierno, malinterpretada al punto de no aceptar ciertas actitudes “irreverentes” y “marginales”, por lo que, sin tener mayores alternativas, La Lupe sale de Cuba en los primeros años de los 60.
Maleta en mano se monta en un avión para no regresar nunca más. A comienzos de 1962 se asila en México. De allí se traslada a Miami y finalmente a Nueva York. Su comienzo en el exilio fue como la mayoría de los exiliados. Una ardua etapa de adaptación sobreviene en su vida obligándola a trabajar en locales nocturnos por escasos 30 dólares, pero su amor a la música era muy intensa, cantaba en las calles de los barrios de Nueva York, y tocaba las puertas de los distintos bares. Fue difícil negarle la oportunidad, ya que con su voz sensual, sus movimientos estrafalarios y su cuerpo escultural causaba sensación. Su música, una fusión de Afro-Cubana con jazz y un toque de rock daba de que hablar.
Su timbre era poderoso y a la vez sedante, especialmente cuando interpretaba sus boleros. Al poco tiempo, en el barrio Neoyorkino, se comenzó a rumorar que había una mulata cubana que ponía a bailar hasta los muertos con su swing caribeño. Su primera presentación fue en un rinconcito llamado "La Barraca", un popular cabaret cubano en el centro de Manhattan, entre la 51 y la 8 Avenida del west side. Fue en este lugar que el maestro de la flauta Johnny Pacheco la vio por primera vez, dejándolo fascinado por su talento y temperamento. La amistad que se formó entre los dos poco a poco fue afianzándose, y era común verlos juntos en tarima interpretando sus respectivas músicas. Tanto fue la admiración de La Lupe hacia el Maestro Johnny Pacheco que ella disfrutaba extasiada sus interpretaciones, pero su favorita era "Sarandonga" la que la ponía loca a bailar. Pacheco cuenta con una sonrisa que, La Lupe, el día en que estaba en el club "After Hours" llamado en aquel entonces "La Cacalua", interpretó una de sus canciones con tanta inspiración, que en un momento dado le dio un puñetazo a su pianista en la espalda. El impacto fue tan inesperado, que un cigarrillo que tenía en sus labios salió volando, y seriamente este le dijo a La Lupe, "Óyeme, esto no está en el contrato". Desde ese día el pianista conocido como "Pan con Salsa" dejó de fumar y tocaba de frente.
Los 60 son los años de su ascendencia artística. En ese período, el percusionista Mongo Santamaría se entera, leyendo una revista cubana, que la cantante a la que “poseía el diablo cuando cantaba” estaba en Nueva York. Curioso, decide ir a verla en persona, y no pasa mucho tiempo en aparecer la carcajada de “La Lupe” en uno de los éxitos de más trascendencia del percusionista cubano, “Watermelon Man”. En diciembre de ese mismo año, Riverside Records lanza “Mongo Introduces La Lupe” en el que se incluían los temas “Besitos pa' ti”, “This is my mambo”, “Canta bajo”, “Montuneando”, “Oye este Guaguancó”, acaparando los "Hit Parades", rompiendo la marca en ventas con más de 2 millones de discos y recibiendo numerosos premios de Oro y Platino. La Lupe y Santamaría comienzan a actuar juntos en los lugares de moda: el “Apollo Theatre”; el “Triton Club”; el “Palladium”, etc., presentándola como la estrella.
Cuando Mongo se prepara para salir de gira a Puerto Rico, La Lupe le informa que ella no va por dos motivos: uno, que está embarazada de una niña del vocalista Willy García, con el que más tarde se casó, y dos, que acababa de firmar un contrato exclusivo para cantar con Ernesto “Tito” Puente, gestión que éste último lleva a cabo junto al sello disquero Tico, aprovechando los constantes conflictos que mantenían desde hacía un tiempito la pareja de músicos.
La Lupe es la mujer que permite que Puente vuele con eficacia por encima de la tormenta. Ella le aporta a la orquesta del timbalero, ese toque insolente, desordenado y malicioso que aclamaban los tiempos. “El Rey del Timbal” atravesaba uno de los peores momentos de su carrera artística como consecuencia del descenso que padecieron las grandes orquestas Latinas en Nueva York, iniciándose con el cierre del famoso local “Palladium”. Así que, la cantante cubana inicia su debut con Puente en el Lowe's Boulevard Theatre de Nueva York, y en 1965 lanzan el primer disco que grabaran juntos para el sello Tico:
“La excitante Lupe canta con el Maestro Tito Puente”. Ese álbum vendió más de 500.000 copias, pero la asociación entre los dos no dudaría mucho tiempo más. En este disco aparecieron temas como "Que te pedí"; "La Tirana"; "Oriente"; "Yo soy como soy"; "Amor Gitano"; "Si vuelves tu" y "Puro Teatro”. Ya para ese momento, Lupe Victoria Yoli “La Lupe”, se conocía internacionalmente como “La Yiyiyi”, o “La Tirana”. Comenzaba una nueva etapa musical para la cantante. Mucho más famosa que Celia Cruz en los años 60, viajó por muchos países de la región y fue cartel principal en los reputados carnavales de Caracas, en los que ganó premios a la mejor cantante y en donde llenaba los teatros con sus presentaciones. En Nueva York fue la primera cantante latina que actuó en el Carnegie Hall y el Madison Square Garden, tal y como lo recuerdan muchas publicaciones, entre ellas The Village Voice. La periodista venezolana y musicóloga dedicada al son del caribe, Lil Rodríguez, ha dicho que: “fue Venezuela la casa de sus glorias. Acá la amaron hasta la locura hombres de radio y productores de televisión que en mucho ayudaron para la promoción de su trabajo”.
Por su parte Luis Caballero, el director del documental titulado “La Lupe: Mi vida, mi destino”, recuerda que, cuando era un adolescente quedó desconcertado cuando la vio actuar en un pequeño club en Puerto Rico. “Se quitó la peluca, tiró los zapatos y se golpeó contra las paredes”, recuerda. “Salía del escenario y regresaba. No entendía por qué. Parecía que estaba loca, pero a la gente le encantaba”. La actuación impulsiva de La Lupe dio lugar a muchos rumores, mayormente relacionados con el uso de drogas. Sin embargo, sus amigos más cercanos siempre lo negaron. Antonia Rey, la actriz cubana que es la madrina de René Camaño, primer hijo de La Lupe, confiesa que ella siempre cantaba así. “A veces, había que darle oxígeno cuando salía del escenario, porque no podía respirar. Ella era demasiado intensa”.
La unión con Puente continuó hasta la grabación de los discos “Homenaje a Rafael Hernández” (1966) y “The King and I” (1967), ambos producidos por el sello Tico Records. Ese año de 1968, cansado de sus extravagancias y de sus locuras, en medio de una grabación Tito Puente la despide. Ese momento quedó grabado para siempre en el tema “Oriente”, donde La Lupe canta “Ay, ay, ay, Tito Puente me botó”.
Tratando de mantener en la cumbre a una de sus mejores vendedoras, Morris Levy, Presidente de Tico Records, organiza una presentación en noviembre de 1968 en la que, acompañado por la orquesta de Machito, él mismo corona a La Lupe como “La Reina de la Salsa” (la primera cantante que recibiera ese pseudónimo), aunque después de ese concierto, la luz fulminante de La Lupe comenzó a extinguirse. La intempestiva salida de la banda la sumen en una depresión que trata de evadir con drogas y alcohol. En la cúspide del estrellato, en los años 70, comienza a decaer. Varios factores inciden para el aumento del declive.
Su vida personal y sentimental era un verdadero desastre (ella era santera y muchos de sus "padrinos" se aprovechaban de su influencia y su dinero a través de artimañas y engañifas que terminaban por demoler su espíritu y su bolsillo); su segundo esposo Willie García, integrante del sexteto Joe Cuba y del Grupo Folklórico Experimental Neoyorkino, empezó a desarrollar un cuadro esquizofrénico que la obligó a gastar grandes sumas de dinero en tratamientos médicos, además, costosos hábitos hacían que, por ejemplo, gastase los 20.000 dólares que ganaba en un concierto en un nuevo abrigo de piel o en un juego de sofá, y el nacimiento del fenómeno musical llamado “Salsa”, contribuyó a que sus producciones fuesen perdiendo relevancia. Aún cuando continuamente aparecía como invitada en los programas más populares de la televisión, como los de Dick Cavett, David Frost, Mike Douglas y Merv Grifith, quien la adoraba, y aunque se veía siempre en los periódicos y las revistas hispanas, pocos se atrevían a contratarla debido a los rumores que siempre circulaban acerca de su comportamiento, sus actitudes violentas, su tendencia al consumo, su inestabilidad y su falta de juicio. En 1971 trabaja en una obra de teatro de William Shakespeare junto al actor puertorriqueño Raúl Julia: “Two Gentleman Fromm Verona”.
En 1974, La Lupe logra por muy poco tiempo revivir su éxito pasado grabando “Un encuentro con La Lupe” apadrinada por el Puertorriqueño Catalino “Tite” Curet Alonso, pero sus Boleros y Guarachas sonaban un poco trasnochados en comparación con el sonido que se estaba imponiendo en Nueva York, la Salsa. Posteriormente, participa en un concierto celebrado en el Carnie Hall por los sellos Tico y Alegre junto a Tito Puente, Ismael Rivera, Charlie Palmieri, Joe Cuba, Vicentico Valdés, al estilo Estrellas de La Fania, que sirvió para reunir las figuras de la Música Caribeña que se mantenían al margen de la discográfica salsera, originándose un disco que se llamó “Tico-Alegre All Stars”.
Pero el nuevo sonido indefectiblemente se impuso, y en 1974, el sello disquero Tico Records, el Mardi Gras y el Alegre fueron adquiridos por Fania Records y sus directivos, quienes habían logrado que Celia Cruz se mudase a la ciudad para formar parte de las Fania All Stars. Era obvio que ya habían decidido dejar a La Lupe en segundo plano, resolución que se reforzó al generarse una trifulca con la Cruz, en la que afirmaba -La Lupe-, que el marido de la cantante, Pedro Knight, era santero (palero, para ser más precisos).
La conversación que sostuvo con la periodista fue "off the record", pero salió publicada en la Prensa, y parece ser que Celia Cruz le dijo a Jerry Masucci (directivo mayor de La Fania) a modo de ultimátum: "o ella o yo", como también se comentó por esos días, que Masucci le había impuesto un veto musical a la famosa Lupe para impulsar la carrera artística de Celia Cruz.
Nunca pudo La Lupe integrarse en el nuevo contexto salsero. Su mala fama alcanzaban a esas alturas todos los rincones: condenas de individualista, impertinente y grosera pasaban de boca en boca.
La nueva música y su administración querían remover la concepción que se había creado de la canción Latina, y exigía que sus divas fueran un poco más moderadas. Por supuesto, Lupe no calificó dentro de ese requerimiento, su forma, incansablemente irreverente, no podía encasillarse en costumbres decorosas; sus hábitos se salían de toda criterio moral, como por ejemplo, cuando decidió desnudarse durante una actuación para la televisión en Puerto Rico, o cuando se retrató vestida de blanco para que todos supieran que era santera. La fotógrafa Teresa Gamboa cuenta que una vez, mientras estaba siendo asaltada en su propio estudio, se apareció La Lupe e invocó a Changó, al Dios del fuego, y formó tal revolución, que los delincuentes, asustados ¡se dieron a la fuga!.
Como suele pasar en la vida, las tendencias dominantes terminan por absorber a las débiles. Es así como La Lupe, acaba firmando también con la Fania pero su momento ya había pasado. En el 78 graba “La pareja” con Tito Puente (que para entonces también había caído en las redes de la Fania), dándonos una idea de la decadencia de La Lupe si lo comparamos con aquel otro grabado diez años atrás y titulado “La increíble Lupe canta y el Rey baila”. Tal grabación resultó ser de poca relevancia, sumándose además, la escueta publicidad que le hizo Fania Records a tal producción.
El ocaso de Lupe daba paso ya a la oscuridad. Aunque gustaba coleccionar automóviles de último
modelo, costosos abrigos, anillos de brillante, pestañas postizas y pelucas, las circunstancias le obligaron a venderlo todo.
La incurable enfermedad de su esposo, los vicios, la inestabilidad y las malas compañías la despojaron hasta de la lujosa mansión de Nueva Jersey valorada en 185.000 dólares y que había pertenecido al actor Rodolfo Valentino. Pobre, con su mansión hipotecada, se mudó a Puerto Rico durante algunos meses mientras esperaba recibir algún contrato para cantar en los escenarios. Durante su estadía se presentaron ciertos problemas con varias cadenas televisivas de ese país, así que optó por regresar a Nueva York.
La desgracia toco a su puerta en el año 1984 cuando un accidente doméstico la dejó inmovilizada,
despojándole de su orgullo y dignidad de mujer. Colgando una cortina, Lupe Victoria cayó
estrepitosamente lesionándose la columna vertebral, hecho que la confinó a una silla de ruedas por un largo período. Al poco tiempo de su caída el drama continuó y su casa fue destruida por las llamas de un violento fuego dejándola desamparada. Las personas cercanas a ella cuentan que el fuego fue a causa de unas velas que había dejado prendidas, ya que La Lupe era creyente y fanática de la Santería. Cayó en la miseria total y logró sobrevivir gracias a la ayuda de la beneficencia y a los pocos amigos que le quedaban.
Pasó a vivir a un sótano en malas condiciones y luego terminó junto a su hija Rainbow en un albergue para vagabundos en la misma ciudad que una vez la amó. En 1986, el Estado de Nueva York le otorga un apartamento en el Bronx y asume el costo de la intervención quirúrgica que la hizo volver a caminar.
De esta manera, pudo dar sus primeros pasos usando bastón, pero no sin intentarlo con mucha dificultad.
Llega el momento entonces en que la historia de Lupe sufre un vuelco inesperado. Mucho tiempo atrás, su madre, Paula Raymond, había sido santera, franca e incondicional, pero ahora había desviado esa devoción hacia una nueva doctrina, la de la cristiandad. Es así que hablaba a su hija del maravilloso poder de la divinidad de Jesucristo, de su fuerza y de su amor. La constante búsqueda que de sí misma había llevado a cabo durante toda su vida, la arrastraban a aferrarse a cualquier creencia en la que vislumbrara alguna respuesta o salvación, por eso La Lupe, escuchaba atenta a su madre al mismo tiempo, que recibía la visita de dos cantantes cubanas -Blanca Rosa Gil y Xiomara Alfaro- quienes, definitivamente, terminan introduciéndola en el mundo evangelista. Posteriormente, coincidencia o no, en una sesión espiritual, las manos de un sacerdote evangélico se posaron sobre su aporreada espalda, y cuenta Lupe, en uno de sus testimonios, que sintió desmayar y que cayó al piso. Cuando despertó, se levantó sin dolor, sintiendo tanta energía, que comenzó a saltar y a correr por toda la iglesia. La“sanación” de su espina dorsal hace que La Lupe sienta el despertar hacia una nueva vida y una nueva forma de reivindicarse y llenarse de esperanzas. Ese espacio lo halló en la Iglesia Pentecostal “El Fin Se Acerca”, a la que dedicó el resto de sus días.
Para la década de los 80, cuando comenzó a tomar unas clases en la Universidad de Lehman, en el Bronx, ya nadie la reconocía. Estaba pasada de peso, coja y muy mal vestida. En una confesión que dio en su iglesia, dijo que se había matriculado en la universidad “para utilizar el dinero de las becas para renta y comida”. Comentó también que un día, uno de los estudiantes le preguntó: “Usted tiene una voz tan linda, ¿canta?”. A lo que ella le respondió: “Sí. Me gusta cantar”.
Consagrada a Jesucristo, recupera el ánimo y empieza a cantar nuevamente. Compone e interpreta canciones religiosas que fueron recopiladas en los cassettes “Hermana Lupe”, “La Lupe”, “Dios no es hombre para que mienta” y “La Samaritana”.
En el torbellino que fue la vida de “La Reina de la Música Latina”, existieron siempre muchas lagunas, misteriosos secretos que la envolvieron y la convirtieron en un enigma. Tantos son los vacíos, que hasta en su fecha de nacimiento y de su muerte hay confusión. En el Diccionario de la música cubana de Helio Orovio, sólo hay un signo de interrogación. Muchos dicen que nació un 23 de diciembre de 1939, pero investigaciones hechas en el Registro Civil de Santiago de Cuba Norte, en el tomo 150, Folio 241 del día 4 de enero de 1937, se precisa que, Lupe Victoria Yoli Raymond nace el 23 de diciembre de 1936.
La cubana resistió la vida hasta el 28 de febrero de 1992, cuando, mientras dormía, se paró su corazón a los 53 años de edad en su pequeño apartamento del Bronx. Esto es lo que indican todas las fuentes, sin embargo, la fecha del fallecimiento grabado en la losa, está marcado el día 29. El hecho es que, quien visite la tumba de La Lupe en el Saint Raymond Cementery del Bronx neoyorquino, observarán una lápida llena de flores y cartas, con el epitafio: “YOLI Lupe Yoli (La Lupe) Recuerdo de tus hijos y admiradores. Mi Dios me lo ha dado todo”, con dos fechas: 12-23-1939 (nacimiento) y 2-29-1992 (muerte)…
A pesar del olvido y el desprecio, sus arrabaleras interpretaciones del bolero caribeño han pasado a la historia, consideradas entre las mejores en su estilo. Ella arrastraba su voz hacia el drama, llegaba al llanto y el quebranto de su voz desarrollaba los temas, características que la hicieron única e irrepetible.
Para el momento de su muerte, ya estaba en marcha una campaña para su regreso triunfal. Pedro Almodóvar usó su “Puro teatro” para cerrar la película Mujeres al borde de un ataque de nervios, y millones de espectadores vibraron con aquel bolero. Al poco tiempo se estrenaba en la TV española un programa titulado Puro teatro y se editaba una trilogía de recopilaciones de La Lupe. Almodóvar jugueteó con la idea de rodar una película con la vida de La Lupe, incluso buscó en Cuba a sus parientes, pero...
"Su historia es tan dramática que no me imagino que exista una actriz capaz de encarnarla".
El maestro Tito Puentes la recuerda con mucho cariño y dijo que La Lupe era "Una Bárbara" cantaba con un feeling que le venía desde muy profundo del alma. Juntos lograron muchos éxitos, pero su falta de disciplina lo volvía loco, y Tito siendo un Director de Orquesta muy disciplinado tuvo que romper con ella.
El veterano pianista y arreglista Javier Vázquez, contó que los tiempos en que estuvieron trabajando juntos disfrutó mucho de su música y su amistad ya que ella era la vida de las fiestas. Mongo Santamaría también comentó que con su locura, ella se metía a el público en su bolsillo, especialmente los "gays" que adoraban su estilo Flamboyánte. Su búsqueda desesperada hacia la felicidad, la llevaron a agasajar a sus amantes con regalos caros y lealtad casi ciega, lo que produjo el inevitable efecto contrario: la soledad y la burla.
Sin embargo tuvo en su vida grandes alegrías: el nacimiento de su hijo Rene Camaño, el cual cuentan fue unos de los momentos más felices para ella, tanto, que salió gritando por las calles que había tenido un varón.
Su otro orgullo fue su hija Rainbow y tal como su nombre lo revela, ella vio ese día el comienzo de una nueva mañana. Hoy en día, Camaño es asistente en un estudio de música en Nueva York y ha estado tratando por largo tiempo, junto con su hermana Rainbow García, de recuperar los derechos de autor y las regalías de su madre.
Según él, lo que mucha gente llamaba excentricidad en La Lupe, era sólo su manera de ser única. “Ella era una mujer muy fuerte e independiente, pero también fue una madre muy cariñosa que estaba adelantada a su tiempo”. Por otro lado, dice Carmen Rivera, productora de los recientes espectáculos teatrales sobre La Lupe en Cuba que, “La carrera de La Lupe se fue a pique debido a sus tragedias personales: el incendio de su casa; una lesión en la espalda que la dejó en silla de ruedas por un tiempo y luego con un bastón; la enfermedad de su esposo y su asociación con personas equivocadas. Ella firmó contratos que nunca debió haber firmado”.
Muchos dicen que La Lupe murió por falta de amor, otros porque un corazón no aguanta tanto dolor.
Al fin, murió sola con su hija, pero con el amor de lo que más le hacía feliz, su Dios, el Todopoderoso. Así como su música, ella vivió su vida profunda y a su manera. En su honor, quedan 25 álbumes, gratos recuerdos de aquellos que la conocieron y una calle en el Bronx de Nueva York llamada: “La Lupe Way”,en la 140 Este, cerca de La Iglesia de Dios, entre las avenidas St. Anns y Cypress."
Tomado de: EncontraArte. APORREA.ORG
En: http://encontrarte.aporrea.org/teoria/perfiles/79/
Sin embargo, siguió agazapada en lo suyo. Cantaba en concursos de radio y participó varias veces en el programa “Gilda busca una estrella”, de la fábrica de galletas Gilda. Una vez fue a uno, a pie, desde su casa hasta Santiago. Los zapatos le apretaron todo el camino y cuando llegó su turno en la radio, cuenta José Manuel Gómez en la “Guía esencial de la salsa” que salió a cantar descalza, liberada del doloroso yugo. Para esa ocasión interpretó “No me quieras así”, imitando a Olga Guillot, tan extraordinario, que por supuesto ganó el primer puesto. Tirso Yoli, en casa, escuchó sin parpadear a Lupe Victoria en el programa, y quedó tan impresionado, que no tuvo más remedio que consentir el anhelo de la joven. A partir de entonces se presenta en Cabarets, Night Clubes, bares, rincones; en donde sea expresaba su divina locura. José Armando Guzmán Cabrales -laborioso del son cubano- recuerda:
“Ella no era una figura, era una aficionada…El programa se emitía en la emisora CMKW, entonces “La Onda Musical de Oriente”, en Estrada Palma y San Basilio (...). Luego, ya como animador del “Cabaret Copa Club” de Santiago de Cuba, volví a presentarla, y a Pacho Alonso, René del Mar… pero entonces era Lupe Yoli, no La Lupe (...). La contrataron y todas las noches cantaba en un show y triunfaba como cancionero; la gente le pedía canciones, porque lo hacía muy bonito, y bailaba muy bien (...). Era una mulatica delgada, muy enérgica, que no se estaba tranquila en ningún lugar. Se desenvolvía con mucha soltura en el escenario. Yo creo que desde que empezó a cantar, tenía el don de estrella, de verdad (...).
Aunque le encontraban parecido con Olga Guillot, cantaba sus canciones porque eran las que estaban de moda; pero yo creo que Lupe cantaba como ella misma (...). Todavía quedan otros acercamientos, los de su prima Irma Canet Yoli, quien la recuerda “muy simpática, terrible (...). Y cuando se ponía a cantar, cantaba en cualquier lugar, y nada le daba pena. Decían que imitaba a la Guillot, pero para mí, ella no imitaba a nadie. La recuerdo en el teatro, las colas para verla (...). Y eso de darle golpes al pianista por la espalda, todo eso… le salía de adentro, era algo que le nació a ella misma, que no copió de nadie".
Posteriormente se radica en La Habana, donde continúa su trabajo al frente de “Los Tropicales”. Lupe dramatizaba su personalidad, visceral, atrevida, furiosa, dentro y fuera del escenario. Su manera despertaba comentarios: "Esa mulata parece incontrolable", se decía tras bastidores; por lo que no pasa mucho tiempo para que la echen del puesto. El musicólogo Cristóbal Díaz Ayala dice que, La Lupe, “hacía todo lo que cualquier cubano deseaba hacer: llorar, gritar, maldecir”, en una época en que la represión operaba impunemente. Luego pasa a formar parte del grupo de Facundo Rivera, y a finales de los cincuenta, se casa por vez primera con Eulogio "Yoyo" Reyes, integrante del “Trío Los Tropicubas” con el que comienza a cantar en 1958. El grupo se presenta en distintos locales nocturnos, pero las apariciones más conocidas fueron en el Club “La Roca”. Su forma de cantar destacaba por encima de todos. Un estilo muy particular y teatral de abordar la canción encantaba a la gente. Agresiva, excéntrica y explosiva, igual daba llorar que arrojar un zapato a los músicos. Cada vez que cantaba, no podía contener su temperamento, quebrantando todo criterio musical establecido por el grupo. Esto originaba constantes desacuerdos internos, no obstante, el Trío continúa con sus exhibiciones y comienza a presentarse de forma permanente en un legendario bar de La Habana llamado La Red. Llena de energía y con cierto toque estrafalario, se hizo famosa casi inmediatamente en la ciudad. Dejando atrás a Los Tropicubas, su carrera se inicia vertiginosa, interpretando ritmos afrocubanos, rancheras, rock y boleros.
Prueba de esta efervescencia, es la grabación de su primer LP en 1960 con el sello Discuba, llevando por título "Con el diablo en el cuerpo", e incluía, entre varios géneros, famosas baladas norteamericanas en versión española como "Crazy love" , de Paul Anka; "Quiéreme siempre", de G. Lyner-R Guthril; "Alone", de Silma Graft; "Fever", de Bavenpor-Cooley, y su éxito en ritmo de bolero "No me quieras así", de Facundo Rivero, tema que se conoció en los bajos fondos cubanos como "La Pared", porque solía cantarlo de espalda al público y frente a una pared. Fue tal el éxito de la producción musical, que recibe de manos de la firma RCA Víctor junto a Benny More, el Disco de Oro de la Popularidad, y la prensa local reseñaba, constantemente, el éxito sin precedente de una mulata criolla en el barrio del Vedado. Su segunda grabación se realizó poco tiempo después, llamándose “Is Back”.
En un artículo publicado para El País, por Diego Manrique en marzo de 2000, se enuncia la manera cómo recordó, Pedro Cabrera Infante, su contacto con La Lupe en el night club habanero La Red, en una Cuba en plena euforia de la revolución. Principio de una era en la que no encajarían ninguno de los dos: ambos terminarían exiliándose: "...salía una mulata que daba la impresión de ser a la vez fornida y delicada, según se mirara a las grandes tetas o a los grandes brazos y cantando, interpretando (ese es el verbo adecuado) un calipso de Adolfo Guzmán. Pero se convertía de pronto en un temblor demente, en una incursión trepidante, en un verdadero ataque.
La cantante misma primero parecía poseída por el demonio del ritmo y su miedo escénico se convertía en una forma de terror.- 'Hoy tengo el diablo en el cuerpo y me abrasa la fiebre de tu ardor / Este delirio por ti me consume / ¡hoy tengo el diablo!'. La cantante ahora se golpeaba, se arañaba y finalmente se mordía las manos, los brazos. No contenta con este exorcismo musical, se arrojaba contra la pared del fondo, dándole trompadas con los puños y con uno o dos cabezazos se soltaba, literal y metafóricamente, el moño negro. Tras aporrear el decorado, atacaba al piano y agredía al pianista con una furia nueva. Todo ello, es milagroso, sin dejar de cantar ni perder el ritmo de cálido calipso que ella convertía en una Zona tórrida musical.
La verdad es que a La Lupe le gustaba lo que fuera: Boleros, Son Montuno, Guaguancó, siempre y cuando la hiciera vibrar. Su forma de interpretarlos era original, llena de trucos, hiriente y desgarradora.
Tanto era su amor por la música que ella decía que cantar era como hacer el amor, entre más pasión le ponía, más era el deseo, y por eso se entregaba totalmente, revelando sus arranques de locura al tirarse en el suelo rompiéndose el vestido, sacándose los zapatos, convulsionando, llorando, gimiendo, esa era ella.
En su artículo, Reinaldo Cedeño Pineda, recoge el testimonio de la profesora universitaria e investigadora cubana Daysi Cué Fernández, que en 1961, era una estudiante de sociología de la Universidad de Oriente, y llegaba a La Habana con sus compañeros, a propósito de una exposición: “Por la noche, aprovechábamos para recorrer la ciudad… En una de esas salidas por El Vedado, fuimos a dar, ya en la madrugada, a La Red. En aquel momento, la Lupe era la estrella del lugar.
Casualmente iba en el grupo, un muchacho que había sido su compañero de estudios de la Escuela Normal de Santiago, y la Lupe se sentó con nosotros en la mesa. Me llamó la atención que la conversación de ella era la de una persona educada, culta, no lo que uno se podía imaginar viéndola actuar. Era muy correcta, al menos lo fue ese día, y no me pareció una mujer vulgar. Cuando empezaba a actuar se transformaba y todo lo que se dice es verdad: se pellizcaba, se mordía… desbarataba el mundo; pero lo hacía con una sinceridad que no te daba la impresión de que era una pose de escena. No me pareció nada impostado, o una imagen que se tratara de vender. Ella sentía así, y así lo manifestaba. El cabaret se llenaba, porque a todo el mundo le interesaba verla, era un espectáculo. La Lupe era un torbellino. Creo que tiene que haber existido muy buena identificación entre ella y los músicos, para soportar todo aquello.
Lupe iba contra todos los cánones del período. La Lupe contagiaba y es una artista irrepetible”.
Sin importarle las leyes ni la política, causó varios escándalos en la sociedad Cubana. Su estilo no
gustaba a la ortodoxa música del son del caribe. Durante los tiempos de Batista, su comportamiento era condenado y tildado de ser de mal gusto entre los grupos de la alta sociedad, sin embargo, el pueblo la admiraba, la quería, le aplaudían, idolatría que fue bautizada "El Lupismo". Esa forma de decir las cosas se conectaba con el sentir de los barrios, con los suburbios y con la juventud, deseosa de nuevas expresiones.
Al final de los años 50, Fidel Castro entra al sistema de mando gubernamental aplicando un nuevo proyecto de país que termina por nacionalizar los clubes nocturnos, La Red incluida. La fama de La Lupe fue, por algunos personeros de gobierno, malinterpretada al punto de no aceptar ciertas actitudes “irreverentes” y “marginales”, por lo que, sin tener mayores alternativas, La Lupe sale de Cuba en los primeros años de los 60.
Maleta en mano se monta en un avión para no regresar nunca más. A comienzos de 1962 se asila en México. De allí se traslada a Miami y finalmente a Nueva York. Su comienzo en el exilio fue como la mayoría de los exiliados. Una ardua etapa de adaptación sobreviene en su vida obligándola a trabajar en locales nocturnos por escasos 30 dólares, pero su amor a la música era muy intensa, cantaba en las calles de los barrios de Nueva York, y tocaba las puertas de los distintos bares. Fue difícil negarle la oportunidad, ya que con su voz sensual, sus movimientos estrafalarios y su cuerpo escultural causaba sensación. Su música, una fusión de Afro-Cubana con jazz y un toque de rock daba de que hablar.
Su timbre era poderoso y a la vez sedante, especialmente cuando interpretaba sus boleros. Al poco tiempo, en el barrio Neoyorkino, se comenzó a rumorar que había una mulata cubana que ponía a bailar hasta los muertos con su swing caribeño. Su primera presentación fue en un rinconcito llamado "La Barraca", un popular cabaret cubano en el centro de Manhattan, entre la 51 y la 8 Avenida del west side. Fue en este lugar que el maestro de la flauta Johnny Pacheco la vio por primera vez, dejándolo fascinado por su talento y temperamento. La amistad que se formó entre los dos poco a poco fue afianzándose, y era común verlos juntos en tarima interpretando sus respectivas músicas. Tanto fue la admiración de La Lupe hacia el Maestro Johnny Pacheco que ella disfrutaba extasiada sus interpretaciones, pero su favorita era "Sarandonga" la que la ponía loca a bailar. Pacheco cuenta con una sonrisa que, La Lupe, el día en que estaba en el club "After Hours" llamado en aquel entonces "La Cacalua", interpretó una de sus canciones con tanta inspiración, que en un momento dado le dio un puñetazo a su pianista en la espalda. El impacto fue tan inesperado, que un cigarrillo que tenía en sus labios salió volando, y seriamente este le dijo a La Lupe, "Óyeme, esto no está en el contrato". Desde ese día el pianista conocido como "Pan con Salsa" dejó de fumar y tocaba de frente.
Los 60 son los años de su ascendencia artística. En ese período, el percusionista Mongo Santamaría se entera, leyendo una revista cubana, que la cantante a la que “poseía el diablo cuando cantaba” estaba en Nueva York. Curioso, decide ir a verla en persona, y no pasa mucho tiempo en aparecer la carcajada de “La Lupe” en uno de los éxitos de más trascendencia del percusionista cubano, “Watermelon Man”. En diciembre de ese mismo año, Riverside Records lanza “Mongo Introduces La Lupe” en el que se incluían los temas “Besitos pa' ti”, “This is my mambo”, “Canta bajo”, “Montuneando”, “Oye este Guaguancó”, acaparando los "Hit Parades", rompiendo la marca en ventas con más de 2 millones de discos y recibiendo numerosos premios de Oro y Platino. La Lupe y Santamaría comienzan a actuar juntos en los lugares de moda: el “Apollo Theatre”; el “Triton Club”; el “Palladium”, etc., presentándola como la estrella.
Cuando Mongo se prepara para salir de gira a Puerto Rico, La Lupe le informa que ella no va por dos motivos: uno, que está embarazada de una niña del vocalista Willy García, con el que más tarde se casó, y dos, que acababa de firmar un contrato exclusivo para cantar con Ernesto “Tito” Puente, gestión que éste último lleva a cabo junto al sello disquero Tico, aprovechando los constantes conflictos que mantenían desde hacía un tiempito la pareja de músicos.
La Lupe es la mujer que permite que Puente vuele con eficacia por encima de la tormenta. Ella le aporta a la orquesta del timbalero, ese toque insolente, desordenado y malicioso que aclamaban los tiempos. “El Rey del Timbal” atravesaba uno de los peores momentos de su carrera artística como consecuencia del descenso que padecieron las grandes orquestas Latinas en Nueva York, iniciándose con el cierre del famoso local “Palladium”. Así que, la cantante cubana inicia su debut con Puente en el Lowe's Boulevard Theatre de Nueva York, y en 1965 lanzan el primer disco que grabaran juntos para el sello Tico:
“La excitante Lupe canta con el Maestro Tito Puente”. Ese álbum vendió más de 500.000 copias, pero la asociación entre los dos no dudaría mucho tiempo más. En este disco aparecieron temas como "Que te pedí"; "La Tirana"; "Oriente"; "Yo soy como soy"; "Amor Gitano"; "Si vuelves tu" y "Puro Teatro”. Ya para ese momento, Lupe Victoria Yoli “La Lupe”, se conocía internacionalmente como “La Yiyiyi”, o “La Tirana”. Comenzaba una nueva etapa musical para la cantante. Mucho más famosa que Celia Cruz en los años 60, viajó por muchos países de la región y fue cartel principal en los reputados carnavales de Caracas, en los que ganó premios a la mejor cantante y en donde llenaba los teatros con sus presentaciones. En Nueva York fue la primera cantante latina que actuó en el Carnegie Hall y el Madison Square Garden, tal y como lo recuerdan muchas publicaciones, entre ellas The Village Voice. La periodista venezolana y musicóloga dedicada al son del caribe, Lil Rodríguez, ha dicho que: “fue Venezuela la casa de sus glorias. Acá la amaron hasta la locura hombres de radio y productores de televisión que en mucho ayudaron para la promoción de su trabajo”.
Por su parte Luis Caballero, el director del documental titulado “La Lupe: Mi vida, mi destino”, recuerda que, cuando era un adolescente quedó desconcertado cuando la vio actuar en un pequeño club en Puerto Rico. “Se quitó la peluca, tiró los zapatos y se golpeó contra las paredes”, recuerda. “Salía del escenario y regresaba. No entendía por qué. Parecía que estaba loca, pero a la gente le encantaba”. La actuación impulsiva de La Lupe dio lugar a muchos rumores, mayormente relacionados con el uso de drogas. Sin embargo, sus amigos más cercanos siempre lo negaron. Antonia Rey, la actriz cubana que es la madrina de René Camaño, primer hijo de La Lupe, confiesa que ella siempre cantaba así. “A veces, había que darle oxígeno cuando salía del escenario, porque no podía respirar. Ella era demasiado intensa”.
La unión con Puente continuó hasta la grabación de los discos “Homenaje a Rafael Hernández” (1966) y “The King and I” (1967), ambos producidos por el sello Tico Records. Ese año de 1968, cansado de sus extravagancias y de sus locuras, en medio de una grabación Tito Puente la despide. Ese momento quedó grabado para siempre en el tema “Oriente”, donde La Lupe canta “Ay, ay, ay, Tito Puente me botó”.
Tratando de mantener en la cumbre a una de sus mejores vendedoras, Morris Levy, Presidente de Tico Records, organiza una presentación en noviembre de 1968 en la que, acompañado por la orquesta de Machito, él mismo corona a La Lupe como “La Reina de la Salsa” (la primera cantante que recibiera ese pseudónimo), aunque después de ese concierto, la luz fulminante de La Lupe comenzó a extinguirse. La intempestiva salida de la banda la sumen en una depresión que trata de evadir con drogas y alcohol. En la cúspide del estrellato, en los años 70, comienza a decaer. Varios factores inciden para el aumento del declive.
Su vida personal y sentimental era un verdadero desastre (ella era santera y muchos de sus "padrinos" se aprovechaban de su influencia y su dinero a través de artimañas y engañifas que terminaban por demoler su espíritu y su bolsillo); su segundo esposo Willie García, integrante del sexteto Joe Cuba y del Grupo Folklórico Experimental Neoyorkino, empezó a desarrollar un cuadro esquizofrénico que la obligó a gastar grandes sumas de dinero en tratamientos médicos, además, costosos hábitos hacían que, por ejemplo, gastase los 20.000 dólares que ganaba en un concierto en un nuevo abrigo de piel o en un juego de sofá, y el nacimiento del fenómeno musical llamado “Salsa”, contribuyó a que sus producciones fuesen perdiendo relevancia. Aún cuando continuamente aparecía como invitada en los programas más populares de la televisión, como los de Dick Cavett, David Frost, Mike Douglas y Merv Grifith, quien la adoraba, y aunque se veía siempre en los periódicos y las revistas hispanas, pocos se atrevían a contratarla debido a los rumores que siempre circulaban acerca de su comportamiento, sus actitudes violentas, su tendencia al consumo, su inestabilidad y su falta de juicio. En 1971 trabaja en una obra de teatro de William Shakespeare junto al actor puertorriqueño Raúl Julia: “Two Gentleman Fromm Verona”.
En 1974, La Lupe logra por muy poco tiempo revivir su éxito pasado grabando “Un encuentro con La Lupe” apadrinada por el Puertorriqueño Catalino “Tite” Curet Alonso, pero sus Boleros y Guarachas sonaban un poco trasnochados en comparación con el sonido que se estaba imponiendo en Nueva York, la Salsa. Posteriormente, participa en un concierto celebrado en el Carnie Hall por los sellos Tico y Alegre junto a Tito Puente, Ismael Rivera, Charlie Palmieri, Joe Cuba, Vicentico Valdés, al estilo Estrellas de La Fania, que sirvió para reunir las figuras de la Música Caribeña que se mantenían al margen de la discográfica salsera, originándose un disco que se llamó “Tico-Alegre All Stars”.
Pero el nuevo sonido indefectiblemente se impuso, y en 1974, el sello disquero Tico Records, el Mardi Gras y el Alegre fueron adquiridos por Fania Records y sus directivos, quienes habían logrado que Celia Cruz se mudase a la ciudad para formar parte de las Fania All Stars. Era obvio que ya habían decidido dejar a La Lupe en segundo plano, resolución que se reforzó al generarse una trifulca con la Cruz, en la que afirmaba -La Lupe-, que el marido de la cantante, Pedro Knight, era santero (palero, para ser más precisos).
La conversación que sostuvo con la periodista fue "off the record", pero salió publicada en la Prensa, y parece ser que Celia Cruz le dijo a Jerry Masucci (directivo mayor de La Fania) a modo de ultimátum: "o ella o yo", como también se comentó por esos días, que Masucci le había impuesto un veto musical a la famosa Lupe para impulsar la carrera artística de Celia Cruz.
Nunca pudo La Lupe integrarse en el nuevo contexto salsero. Su mala fama alcanzaban a esas alturas todos los rincones: condenas de individualista, impertinente y grosera pasaban de boca en boca.
La nueva música y su administración querían remover la concepción que se había creado de la canción Latina, y exigía que sus divas fueran un poco más moderadas. Por supuesto, Lupe no calificó dentro de ese requerimiento, su forma, incansablemente irreverente, no podía encasillarse en costumbres decorosas; sus hábitos se salían de toda criterio moral, como por ejemplo, cuando decidió desnudarse durante una actuación para la televisión en Puerto Rico, o cuando se retrató vestida de blanco para que todos supieran que era santera. La fotógrafa Teresa Gamboa cuenta que una vez, mientras estaba siendo asaltada en su propio estudio, se apareció La Lupe e invocó a Changó, al Dios del fuego, y formó tal revolución, que los delincuentes, asustados ¡se dieron a la fuga!.
Como suele pasar en la vida, las tendencias dominantes terminan por absorber a las débiles. Es así como La Lupe, acaba firmando también con la Fania pero su momento ya había pasado. En el 78 graba “La pareja” con Tito Puente (que para entonces también había caído en las redes de la Fania), dándonos una idea de la decadencia de La Lupe si lo comparamos con aquel otro grabado diez años atrás y titulado “La increíble Lupe canta y el Rey baila”. Tal grabación resultó ser de poca relevancia, sumándose además, la escueta publicidad que le hizo Fania Records a tal producción.
El ocaso de Lupe daba paso ya a la oscuridad. Aunque gustaba coleccionar automóviles de último
modelo, costosos abrigos, anillos de brillante, pestañas postizas y pelucas, las circunstancias le obligaron a venderlo todo.
La incurable enfermedad de su esposo, los vicios, la inestabilidad y las malas compañías la despojaron hasta de la lujosa mansión de Nueva Jersey valorada en 185.000 dólares y que había pertenecido al actor Rodolfo Valentino. Pobre, con su mansión hipotecada, se mudó a Puerto Rico durante algunos meses mientras esperaba recibir algún contrato para cantar en los escenarios. Durante su estadía se presentaron ciertos problemas con varias cadenas televisivas de ese país, así que optó por regresar a Nueva York.
La desgracia toco a su puerta en el año 1984 cuando un accidente doméstico la dejó inmovilizada,
despojándole de su orgullo y dignidad de mujer. Colgando una cortina, Lupe Victoria cayó
estrepitosamente lesionándose la columna vertebral, hecho que la confinó a una silla de ruedas por un largo período. Al poco tiempo de su caída el drama continuó y su casa fue destruida por las llamas de un violento fuego dejándola desamparada. Las personas cercanas a ella cuentan que el fuego fue a causa de unas velas que había dejado prendidas, ya que La Lupe era creyente y fanática de la Santería. Cayó en la miseria total y logró sobrevivir gracias a la ayuda de la beneficencia y a los pocos amigos que le quedaban.
Pasó a vivir a un sótano en malas condiciones y luego terminó junto a su hija Rainbow en un albergue para vagabundos en la misma ciudad que una vez la amó. En 1986, el Estado de Nueva York le otorga un apartamento en el Bronx y asume el costo de la intervención quirúrgica que la hizo volver a caminar.
De esta manera, pudo dar sus primeros pasos usando bastón, pero no sin intentarlo con mucha dificultad.
Llega el momento entonces en que la historia de Lupe sufre un vuelco inesperado. Mucho tiempo atrás, su madre, Paula Raymond, había sido santera, franca e incondicional, pero ahora había desviado esa devoción hacia una nueva doctrina, la de la cristiandad. Es así que hablaba a su hija del maravilloso poder de la divinidad de Jesucristo, de su fuerza y de su amor. La constante búsqueda que de sí misma había llevado a cabo durante toda su vida, la arrastraban a aferrarse a cualquier creencia en la que vislumbrara alguna respuesta o salvación, por eso La Lupe, escuchaba atenta a su madre al mismo tiempo, que recibía la visita de dos cantantes cubanas -Blanca Rosa Gil y Xiomara Alfaro- quienes, definitivamente, terminan introduciéndola en el mundo evangelista. Posteriormente, coincidencia o no, en una sesión espiritual, las manos de un sacerdote evangélico se posaron sobre su aporreada espalda, y cuenta Lupe, en uno de sus testimonios, que sintió desmayar y que cayó al piso. Cuando despertó, se levantó sin dolor, sintiendo tanta energía, que comenzó a saltar y a correr por toda la iglesia. La“sanación” de su espina dorsal hace que La Lupe sienta el despertar hacia una nueva vida y una nueva forma de reivindicarse y llenarse de esperanzas. Ese espacio lo halló en la Iglesia Pentecostal “El Fin Se Acerca”, a la que dedicó el resto de sus días.
Para la década de los 80, cuando comenzó a tomar unas clases en la Universidad de Lehman, en el Bronx, ya nadie la reconocía. Estaba pasada de peso, coja y muy mal vestida. En una confesión que dio en su iglesia, dijo que se había matriculado en la universidad “para utilizar el dinero de las becas para renta y comida”. Comentó también que un día, uno de los estudiantes le preguntó: “Usted tiene una voz tan linda, ¿canta?”. A lo que ella le respondió: “Sí. Me gusta cantar”.
Consagrada a Jesucristo, recupera el ánimo y empieza a cantar nuevamente. Compone e interpreta canciones religiosas que fueron recopiladas en los cassettes “Hermana Lupe”, “La Lupe”, “Dios no es hombre para que mienta” y “La Samaritana”.
En el torbellino que fue la vida de “La Reina de la Música Latina”, existieron siempre muchas lagunas, misteriosos secretos que la envolvieron y la convirtieron en un enigma. Tantos son los vacíos, que hasta en su fecha de nacimiento y de su muerte hay confusión. En el Diccionario de la música cubana de Helio Orovio, sólo hay un signo de interrogación. Muchos dicen que nació un 23 de diciembre de 1939, pero investigaciones hechas en el Registro Civil de Santiago de Cuba Norte, en el tomo 150, Folio 241 del día 4 de enero de 1937, se precisa que, Lupe Victoria Yoli Raymond nace el 23 de diciembre de 1936.
La cubana resistió la vida hasta el 28 de febrero de 1992, cuando, mientras dormía, se paró su corazón a los 53 años de edad en su pequeño apartamento del Bronx. Esto es lo que indican todas las fuentes, sin embargo, la fecha del fallecimiento grabado en la losa, está marcado el día 29. El hecho es que, quien visite la tumba de La Lupe en el Saint Raymond Cementery del Bronx neoyorquino, observarán una lápida llena de flores y cartas, con el epitafio: “YOLI Lupe Yoli (La Lupe) Recuerdo de tus hijos y admiradores. Mi Dios me lo ha dado todo”, con dos fechas: 12-23-1939 (nacimiento) y 2-29-1992 (muerte)…
A pesar del olvido y el desprecio, sus arrabaleras interpretaciones del bolero caribeño han pasado a la historia, consideradas entre las mejores en su estilo. Ella arrastraba su voz hacia el drama, llegaba al llanto y el quebranto de su voz desarrollaba los temas, características que la hicieron única e irrepetible.
Para el momento de su muerte, ya estaba en marcha una campaña para su regreso triunfal. Pedro Almodóvar usó su “Puro teatro” para cerrar la película Mujeres al borde de un ataque de nervios, y millones de espectadores vibraron con aquel bolero. Al poco tiempo se estrenaba en la TV española un programa titulado Puro teatro y se editaba una trilogía de recopilaciones de La Lupe. Almodóvar jugueteó con la idea de rodar una película con la vida de La Lupe, incluso buscó en Cuba a sus parientes, pero...
"Su historia es tan dramática que no me imagino que exista una actriz capaz de encarnarla".
El maestro Tito Puentes la recuerda con mucho cariño y dijo que La Lupe era "Una Bárbara" cantaba con un feeling que le venía desde muy profundo del alma. Juntos lograron muchos éxitos, pero su falta de disciplina lo volvía loco, y Tito siendo un Director de Orquesta muy disciplinado tuvo que romper con ella.
El veterano pianista y arreglista Javier Vázquez, contó que los tiempos en que estuvieron trabajando juntos disfrutó mucho de su música y su amistad ya que ella era la vida de las fiestas. Mongo Santamaría también comentó que con su locura, ella se metía a el público en su bolsillo, especialmente los "gays" que adoraban su estilo Flamboyánte. Su búsqueda desesperada hacia la felicidad, la llevaron a agasajar a sus amantes con regalos caros y lealtad casi ciega, lo que produjo el inevitable efecto contrario: la soledad y la burla.
Sin embargo tuvo en su vida grandes alegrías: el nacimiento de su hijo Rene Camaño, el cual cuentan fue unos de los momentos más felices para ella, tanto, que salió gritando por las calles que había tenido un varón.
Su otro orgullo fue su hija Rainbow y tal como su nombre lo revela, ella vio ese día el comienzo de una nueva mañana. Hoy en día, Camaño es asistente en un estudio de música en Nueva York y ha estado tratando por largo tiempo, junto con su hermana Rainbow García, de recuperar los derechos de autor y las regalías de su madre.
Según él, lo que mucha gente llamaba excentricidad en La Lupe, era sólo su manera de ser única. “Ella era una mujer muy fuerte e independiente, pero también fue una madre muy cariñosa que estaba adelantada a su tiempo”. Por otro lado, dice Carmen Rivera, productora de los recientes espectáculos teatrales sobre La Lupe en Cuba que, “La carrera de La Lupe se fue a pique debido a sus tragedias personales: el incendio de su casa; una lesión en la espalda que la dejó en silla de ruedas por un tiempo y luego con un bastón; la enfermedad de su esposo y su asociación con personas equivocadas. Ella firmó contratos que nunca debió haber firmado”.
Muchos dicen que La Lupe murió por falta de amor, otros porque un corazón no aguanta tanto dolor.
Al fin, murió sola con su hija, pero con el amor de lo que más le hacía feliz, su Dios, el Todopoderoso. Así como su música, ella vivió su vida profunda y a su manera. En su honor, quedan 25 álbumes, gratos recuerdos de aquellos que la conocieron y una calle en el Bronx de Nueva York llamada: “La Lupe Way”,en la 140 Este, cerca de La Iglesia de Dios, entre las avenidas St. Anns y Cypress."
Tomado de: EncontraArte. APORREA.ORG
En: http://encontrarte.aporrea.org/teoria/perfiles/79/
2 comentarios:
Interesantisimo este articulo sobre La Lupe, personalidades del arte donde siempre es dificil poder separar su impronta artística del conflicto con el apoyo a la Revolución, que a mi criterio La Lupe no sostuvo.
Desde Miami puede difundirse la música cubana, pero sabemos que es un polo de posicionamiento idelogico imperialista y avasallador para nosotros, los latinos que seguimos en nuestra querida tierra de México a Tierra del Fuego.
Gratisima sorpresa TODO EL MATERIAL DEL BLOG, con el cual confluyo ideologicamente...
Los invito a conocer MDA Cultural, verán que , desde Argentina, vemos las cosas bastante parecidas
Abrazo Latinoamericano de
Graciela
Amo a La Lupe, su musica y todo lo que representò en su època.
Una increible artista y un muy buen articulo sobre su vida.-
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