Diego Rivera, pintor de lo mágico-latinoamericano y de los sueños revolucionarios de este continente...
A continuación, les coloco una reseña tomada de la edición del hoy del diario "La opinión" de México:
" Cuando el muralista mexicano Diego Rivera tenía 5 años de edad vio en el templo de San Diego, en su natal Guanajuato, a una familia de campesinos que pedían a la Virgen María dinero para poder comprar comida.
Él se acercó y les dijo con su lógica infantil: "No les va a dar nada, ¿qué no ven que es de palo?"
La anécdota, rescatada de las memorias de Guadalupe Rivera, la única hija sobreviviente del pintor, resume la prematura personalidad de su padre: un visionario, revolucionario y provocador que influyó en la vida artística, política, social y cultural de la primera mitad del siglo XX, y se conserva en el México moderno.
Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez nació el 8 de diciembre de 1886 y murió en 1957, víctima de cáncer, pero su legado prevalece a través de las 10,058 obras y en la idiosincrasia del mexicano.
"Internacionalizó al indígena, le dio fama y orgullo al presentarlo en sus obras como nunca se había hecho, criticando la Conquista, la marginación y la desigualdad, exaltando a sus antepasados prehispánicos", destaca Carlos Phillips, especialista en arte y director del Museo Diego Rivera Naucalli.
Rivera plasmó en los murales de edificios públicos como el Palacio de Gobierno, la Escuela Nacional Preparatoria (ENP), la Escuela de Agricultura de Chapingo, entre otros, sendas críticas sociales influenciado por su militancia en el Partido Comunista Mexicano.
Los críticos de arte definen su estilo como un lenguaje surgido de una mezcla de la influencia del
impresionista francés Paul Gauguin, el pintor El Greco, el renacimiento italiano, el cubismo, el puntillismo y la cultura azteca y maya.
Diego Rivera inició sus estudios formales de pintura tomando clases nocturnas en la Academia de San Carlos, en la Ciudad de México, cuando tenía 10 años. Posteriormente, en 1907, se embarcó a Europa con una beca que le otorgó el entonces gobernador de Veracruz, Teodoro Dehesa.
A partir de esa fecha y hasta 1916 alternó su residencia entre México, España y Francia. Así se relacionó con intelectuales y artistas como Alfonso Reyes, Pablo Picasso y Ramón María del Valle-Inclán.
De hecho, se casó con la pintora rusa Angelina Beloff, con quien procreó un hijo que murió cuando tenía un año.
En 1922, después de regresar a México y realizar una gira por todo el país para retomar aspectos de las artes populares, comenzó su primera obra con pintura mural al fresco apoyado por el escritor y político liberal, José Vasconcelos, quien dirigía la Secretaría de Educación Pública (SEP).
Ese mismo año se casa con Lupe Marín, una indígena de piel morena y ojos verdes que limpiaba la casa en donde Rivera vivía y con quien tuvo dos hijas: Guadalupe y Ruth.
Siete años más tarde y tras una escandalosa ruptura con Lupe por las constantes infidelidades de Diego —se le vincula con 50 amantes a lo largo de su vida— contrajo nupcias con la pintora Frida Kahlo, quien había sido su alumna.
Con Frida no procreó. De modo que las hermanas Rivera Marín se convirtieron en las únicas descendientes vivas del pintor.
Guadalupe dice que su padre se quedó con las ganas de tener hijos varones y por ello las vestía de overol con una camisita azul marino con puntos blancos y zapatos mineros.
Y con ese atuendo las llevaba a sus reuniones políticas. Iba a merendar con sus amigos comunistas en el café El Oriental, en el centro histórico de la Ciudad de México y mientras discutía sobre la Unión Soviética, daba a sus hijas bizcochos rellenos de queso.
"Quería que yo fuera política", asegura Guadalupe, ahora doctora en Historia, "Sólo me recomendó que no fuera lambiscona y que siguiera el ejemplo de sus amigos los presidentes Lázaro Cárdenas y Adolfo López Mateos: hombres nacionalistas".
Finalmente ella no comulgó en la vida pública, aunque se define como simpatizante de "la izquierda progresista", afiliada al Partido Revolucionario Institucional (PRI) desde 1960.
Por el contrario, Diego era muy activo: promovió el asilo político de Leon Trotsky (fundador del Ejército Rojo en Rusia) en México, dictó conferencias y escribió artículos sobre la política nacional y mundial.
"Llevó a discusión nacional propuestas que incluso algunos políticos muy avanzados de la época no se atrevían por el temor a perder votos y en el qué dirán", destaca el diputado José Alfonso Suárez, quien promovió acuñar una medalla conmemorativa de los 50 años de la muerte del muralista.
"Tuvo una gran influencia en la consumación de la expropiación petrolera en 1938, que nacionalizaba el combustible y se las arrebataba a compañías norteamericanas", precisa.
Los encuentros y desencuentros de Rivera con los estadounidenses fueron célebres en los años 30: plasma murales en San Francisco, Detroit, Nueva York y Philadelphia, donde su temática comunista desató grandes polémicas.
El punto más candente fue por la efigie de Vladimir Lenin (primer presidente del gobierno soviético), en el Rockefeller Center de Nueva York, que finalmente tuvo que ser destruido.
En 1954 médicos le diagnosticaron un posible cáncer y le ordenaron reposo, pero no atendió los consejos: pintó los murales del cárcamo del Río Lerma, del Teatro de los Insurgentes y del Estadio Universitario.
Falleció en 1957 a los 71 años, ya inmovilizado del brazo. Durante los últimos meses de vida no pudo hacer lo que más le gustaba: pintar.
Su hija Guadalupe dice lo extraña: "Murió en mis brazos, ¿cómo no lo voy a extrañar?, y más ahora que hay tantos homenajes: estoy triste y contenta".
El Homenaje Nacional: Diego Rivera 1886-1957 arrancó el 28 de septiembre con la muestra Epopeya Mural, que ha sido visitada por cerca de 200 mil personas. También ha habido exposiciones, conferencias, foros, proyecciones audiovisuales y publicaciones conmemorativas."
http://www.laopinion.com/primerapagina/?rkey=00000000000002713470
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