viernes, 21 de septiembre de 2007

Nueva perspectiva filosófica en América Latina:

Anibal Quijano y Enrique Dussel

El grupo Modernidad/colonialidad

Damián Pachón Soto

(Extractos)

"El problema principal de la filosofía moderna occidental reside, pues, en la forma selectiva de su escepticismo radical: en el hecho de que nunca interrogó seria, ni sistemáticamente, a la colonialidad”. (Maldonado-Torres, 2007, 157)

El objetivo del presente ensayo es presentar un nuevo movimiento filosófico surgido en América Latina. Se trata del Grupo Modernidad/colonialidad (en adelante MC).


En la primera, presentaré el grupo, sus integrantes, sus principales características y su ubicación en el panorama filosófico del siglo XX. En la segunda, se expondrán las bases conceptuales del grupo, los principales aportes teóricos, así como su pensamiento crítico. En esta parte se tratarán conceptos como sistema-mundo, mito de la modernidad, colonialidad del poder, colonialidad del saber, violencia epistémica, el punto cero, colonialidad del ser, etc. Por último, me centraré en la utopía emancipatoria del colectivo


El Grupo Modernidad/colonialidad

En una ponencia presentada en el Tercer Congreso Internacional de Latinoamericanistas en Europa, Ámsterdam, julio de 2002, Arturo Escobar, antropólogo colombiano, profesor de la Universidad de Carolina del Norte, presentó la disertación “Mundos y conocimientos de otro modo”, en la cual hacía un presentación general del Grupo . El título de la conferencia es importante porque, a mi juicio, contiene dos aspectos nucleares del trabajo del grupo: “Mundos y conocimientos de otro modo” se refiere, precisamente, a una utopía donde se busca un mundo mejor y a un proyecto epistemológico nuevo. En ambos casos se trata de alternativas a la modernidad eurocéntrica, tanto en su proyecto de civilización, como en sus propuestas epistemológicas.

El grupo está formado por varios intelectuales de América Latina. Unos residen en sus respectivos países, otros en Estados Unidos. Es un grupo heterogéneo, transdisciplinar, cuyos integrantes comparten un acervo conceptual común, realizan investigaciones, publicaciones conjuntas, eventos y se reúnen frecuentemente para discutir sus aportes.

En el grupo MC hay también intelectuales militantes o comprometidos con movimientos políticos, sociales, ONGs, etc. De tal manera que no se trata del filósofo clásico que se enclaustra en su biblioteca y desde allí, con sus libros, conceptúa sobre lo divino y lo humano.

Esto no quiere decir que el trabajo individual del filósofo no tenga ningún valor, de hecho lo tiene. Además, los grandes sistemas filosóficos del pasado se construyeron individualmente. Sin embargo, en el caso del grupo MC se lleva a la praxis eso que en estos tiempos se ha llamado transdisciplinariedad, es decir, la confluencia de las disciplinas para el estudio de un objeto particular. Ya no se trabaja monolíticamente en compartimientos, sino abordando el objeto de estudio desde distintos ángulos y miradas. Ya no es la exclusión, sino la inclusión de distintos saberes en la investigación. Por eso en el grupo encontramos filósofos, sociólogos, antropólogos, semiólogos, etc.

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¿Por qué el paradigma modernidad/colonialidad? La respuesta es sencilla, si bien la riqueza conceptual que nace de ese paradigma es compleja y útil analíticamente: “la colonialidad es constitutiva de la modernidad, y no derivativa” (Mignolo, 2005, 61). Este es un postulado base del grupo. Sirve para desmitificar la lectura simplista, eurocéntrica, donde el colonialismo aparece derivado de la lógica moderna y, a lo sumo, aportando sólo recursos y mano de obra para la constitución del capitalismo global.

En realidad es un proceso horizontal: sin colonialidad no hay modernidad ni viceversa, modernidad y colonialidad son dos caras de la misma moneda. Una es impensable sin la otra.

Digamos, por ahora, que gracias a la colonialidad, Europa pudo producir las ciencias humanas como modelo único (aunque no en una relación causal, sino de interdependencia), válido, universal y objetivo de producir conocimientos, a la vez que desechó todas las epistemologías de la periferia. En la base del grupo, hay pues, una lectura de-constructiva de la visión tradicional de la modernidad, una atención especial al colonialismo, a la subalternización cultural y epistémica de las culturas no-europeas, una crítica al eurocentrismo

Es necesario, también, indicar la razón del término “colonialidad” que aparece en el paradigma y diferenciarlo del término “colonialismo”.

Según Aníbal Quijano (2007, 93) son dos conceptos relacionados pero distintos. El colonialismo está referido a un patrón de dominación y explotación donde “el control de la autoridad política, de los recursos de producción y del trabajo de una población determinada lo detenta otra de diferente identidad, y cuyas sedes centrales están, además, en otra jurisdicción territorial. Pero no siempre, ni necesariamente, implica relaciones racistas de poder. El Colonialismo es, obviamente, más antiguo, en tanto que la colonialidad ha probado ser, en los últimos 500 años, más profunda y duradera que el colonialismo.

Pero sin duda fue engendrada dentro de éste, y, más aún, sin él no habría podido ser impuesta en la intersubjetividad de modo tan enraizado y prolongado”. Por su parte, Nelson Maldonado Torres, tal vez de forma más clara, aunque siguiendo a Quijano, los ha diferenciado así: “Colonialismo denota una relación política y económica, en la cual la soberanía de un pueblo reside en el poder de otro pueblo o nación, lo que constituye a tal nación en un imperio. Distinto a esta idea, la colonialidad se refiere a un patrón de poder que emergió como resultado del colonialismo moderno, pero que en vez de estar limitado a una relación formal de poder entre dos pueblos o naciones, más bien se refiere a la forma como el trabajo, el conocimiento, la autoridad y las relaciones intersubjetivas se articulan entre sí a través del mercado capitalista mundial y de la idea de raza. Así, pues, aunque el colonialismo precede a la colonialidad, la colonialidad sobrevive al colonialismo (...)

Ahora, ¿cuáles son las corrientes de pensamiento de las que parten los miembros del grupo? Al rastrear las fuentes teóricas de las cuales bebe el colectivo encontramos corrientes típicamente latinoamericanas, así como corrientes europeas y norteamericanas, por ejemplo, la teología de la liberación, teoría de la dependencia, filosofía de la liberación, Estudios poscoloniales, Estudios culturales, Estudios subalternos, el marxismo, los debates en América Latina sobre modernidad y posmodernidad, etc. En realidad es una perspectiva amplia que se ha enriquecido gracias al diálogo que los autores han tenido con intelectuales del mal llamado Tercer Mundo, Europa y Estados Unidos.

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El aparato conceptual del grupo Modernidad/colonialidad

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Es el de “sistema-mundo” creado por el sociólogo norteamericano Immanuel Wallerstein en su monumental estudio The modern world-system publicado en 1974. Wallerstein, con gran influencia de Fernando Braudel, cambió la perspectiva tradicional como se leía el capitalismo. El aporte del libro consistió en poner de presente que el sistema–mundo, entendido como el conjunto de redes y circuitos comerciales surgidos con los descubrimientos en los siglos XV y XVI, ayudaba a “desprovincializar” a Europa, pues lo que interesaba en adelante era ver las relaciones mundiales del capital y el estudio de las periferias, las semiperiferias y los centros.

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El segundo concepto que aparece anclado en el anterior es la crítica a la modernidad de Dussel o lo que el llama “el mito de la modernidad”. Lo que pretende el filósofo de la liberación es mostrar que la modernidad no es la línea que va de Grecia, Roma, el medioevo, el Renacimiento, la Ilustración y la modernidad europea. Para el argentino esa es una visión eurocéntrica, una autoimágen que los europeos crearon, en especial, el romanticismo alemán de finales del siglo XVIII y principios del XIX. También filósofos como Kant y Hegel. En esa lectura la modernidad aparece autoconstituida, producto de sí misma, resultado de procesos y fenómenos intra-europeos. Esa lectura oculta el colonialismo y el aporte de otras culturas en la constitución de Europa. Es decir, esa visión genera el eurocentrismo.

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Es pertinente introducir el tercer concepto fundamental del grupo, esto es, la colonialidad del poder. El concepto fue propuesto por el sociólogo peruano Aníbal Quijano, quien ha sido también un fuerte crítico del eurocentrismo. Quijano es uno de los miembros del grupo que más énfasis hace en la cuestión económica, con lo cual corrige algunas de las deficiencias de los Estudios culturales y Poscoloniales tradicionales. Para muchos, entre ellos Castro-Gómez, éste es el concepto del grupo MC.

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Hay que decir, entonces, que la colonialidad del poder es, ante todo, una estructura de dominación con la que fue sometida la población de América Latina a partir de la conquista. En este sentido, la colonialidad del poder hace alusión a la invasión del imaginario del Otro, en este caso, su occidentalización. Se domina a través de un discurso que se inserta en el mundo del colonizado, pero que también se reproduce en el locus del colonizador. De esa manera, el colonizador destruye el imaginario del Otro, lo invisibiliza o subalterniza, mientras que, por negación, reafirma el propio. Así se transforma la vida del colonizado y, consecuentemente, se interioriza en él la cosmovisión propia de la cultura dominante. La colonialidad del poder reprime los modos de producir conocimiento, los saberes, los imaginarios, el mundo simbólico, las imágenes, etc., del colonizado e impone unos nuevos. El concepto, pues, refiere varios aspectos, como por ejemplo, la naturalización del imaginario del invasor, la subalternización epistémica del Otro y el fetichismo que el colonialista logra crear de su propia cultura. En este último sentido (el del fetichismo) la cultura del colonialista aparece como seducción, de ahí el esnobismo que busca imitarla.

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Hay un último punto que quisiera tratar aquí. La crítica de la modernidad europea lleva a la teoría decolonial a la necesidad de desmitologizar la misión salvacionista de esa modernidad y su violencia correlativa, lo que implica, por supuesto, descreer de sus visiones desarrollistas y progresistas.

En este sentido, la lucha contra la violencia epistémica es un presupuesto fundamental.


De ahí surge la propuesta fructífera de reestructurar las ciencias sociales en América Latina, asunto en el que han estado comprometidos intelectuales cercanos al grupo como Boaventura de Sousa Santos y el mismo Immanuel Wallerstein. Se trata, ahora, de rescatar los aportes al pensamiento científico, crítico y social de los intelectuales latinoamericanos, así como los llamados conocimientos tradicionales. Por eso es un imperativo repensar las ciencias sociales en este continente. Ese es un paso necesario para la emancipación mental y para la lucha contra el colonialismo intelectual denunciado en América Latina por Leopoldo Zea, Salazar Bondy, Dussel, entre otros, y en Colombia por Nariño (en su crítica a Camilo Torres por su deseo de instaurar el federalismo norteamericano), López de Mesa, Fernando González, Fals Borda y, más recientemente, Darío Botero Uribe (2004).


Tomado de:
Peripecias Nº 63 - 29 de agosto de 2007
http://www.peripecias.com/ciudadania/351PachonModernidadColonialidadAL.html

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