lunes, 26 de febrero de 2007

Desarrollo u occidentalización? Sobre el concepto etnocentrico de "Desarrollo".


"El Profesor Richard Clinton(1) ex Vicedecano y Profesor de Ciencias Políticas en el Collage of Liberal Arts, Universidad de Oregon, sostiene, con toda razón, que “el desarrollo está lejos de ser un concepto firmemente establecido, bien definido”. Se pregunta, ¿qué significa para nosotros desarrrollo? ¿Qué queremos decir cuando afirmamos que algunos países son desarrollados y otros no? En su respuesta advierte que “para elaborar un concepto de desarrollo pareceria que, en el mejor de los casos, la mayoría de nosotros combina ciertos aspectos de MODERNIZACION, LA INDUSTRIALIZACION Y LA OCCIDENTALIZACION. Más a menudo tendemos a pensar en el desarrollo económico (o peor aún, en el simple crecimiento económico) como si fuera lo único que importa.

“Con mucha frecuencia, partimos simplemente de un concepto etnocéntrico: ser desarrollado es ser como nosotros los estadounidenses. En otras palabras nosotros somos el ejemplo del desarrollo, y los otros países serán tanto o más desarrollados cuanto más se nos parezcan …al pensar de este modo, consideramos, sobre todo, el éxito de nuestra cultura racional, científica, tecnológica e individualista, en cuanto a otorgarnos un alto nivel material de vida…pero tendemos a no tomar en cuenta algunas consideraciones importantes…

Omitimos tomar en cuenta la pura casualidad del accidente histórico que colocó a un grupo humano ascético y pragmático en el continente mejor dotado del planeta, en el momento preciso para que el optimismo, el racionalismo y el individualismo de la ilustración se combinasen con las potencialidades de la Revolución Científico-Industrial…

Omitimos considerar un factor que hizo a nuestro adelanto tecnológico, del que tanto nos jactamos, infinitamente más fácil y venturoso: la disponibilidad de energía abundante y por tanto, relativamente barata, primero en forma de madera, después como carbón, por último como petróleo y gas natural…

No tenemos en cuenta el costo que hemos pagado (y que es cada vez mayor) para gozar los beneficios de nuestra civilización científico-industrial:la deforestación, la erosión y la contaminación masivas; la destrucción de varios hábitats, especies y zonas bellas; el agotamiento de nuestros recursos y el concomitante aumento de nuestra vulnerabilidad ante las influencias externas: la incidencia del cáncer, en rápido aumento, provocada por las sustancias que introdujimos en nuestro ambiente y alimentos…

En la medida que la opinión sobre nosotros mismos, como la culminación del desarrollo, incluya consideraciones políticas como el orden, la estabilidad y las libertades individuales de nuestro sistema de gobierno democrático, parlamentario y occidental, nuevamente estamos centrandonos en los beneficios y olvidandonos de los costos. Nuestrsos sistemas políticos democrático-liberales permitieron la existencia de preciosas libertades, pero hace muy poco tiempo que nos esforzamos por extender esas libertades a todos aquellos a los que se las negabamos por prejuicios respecto a su pobreza e incluso por ignorancia.

Al admitir el concepto etnocéntrico del desarrollo, también dejamos fuera del cuadro las pruebas crecientes de la descomposición social, del deterioro paulatino de la sociedad de los países avanzados, industrializados, muy desarrollados. El continuo incremento de los delitos, de las enfermedades mentales, del alcoholismo, la drogadicción, los divorcios, los crímenes en las escuelas, el maltrato a los niños, los asesinatos, violaciones y suicidios, seguramente obedecen a algo más que a una mejor información y un manejo más sistemático de los datos.

En realidad, muchos aspectos de nuestra cultura, que estuvieron remachados durante años, también se han aflojado: los jóvenes de los guettos aterrorizan a los ancianos desválidosm y en general, los niños crecen sin la estructura de una concepción ética de si mismos y de la sociedad en que viven.

Cada vez estamos más concientes del desperdicio y de la destrucción ecológica que entraña nuestro modo de vida, al tiempo que nuestros métodos científicos y técnicos nos indican que muchos recursos esenciales y la capacidad de muchos ecosistemas para soportar nuevas agresiones, se está acercando a su límite. Sin embargo, nos creemos desarrollados…
Al ir en pos del desarrollo (definido como el aumento de la productividad y del ingreso per cápita) mediante la industrialización y la creación de una sociedad de consumo, hemos logrado generalizar nuestra dependencia con respecto a métodos de producción, vivienda, transporte y aún esparcimiento que consumen materiales y energía de forma intensiva..

En muchas partes del mundo también hemos apoyado a la agricultura spbre una precaria base de combustibles de origen fósil (para bombas de riego, para tractores fertilizantes provenientes del gas natural) Y , lo más importante, hemos contribuido a crear en el mundo una REVOLUCION DE ESPERANZAS CRECIENTES…
De una u otra manera, nuestras ideas sobre el modo de vida “desarrollado” llegaron a formar parte de las opiniones y aspiraciones de la mayoría, quizá, de la población mundial. “Un pollo en cada olla” ya no es una promesa electoral adecuada. En países en donde muchos de sus habitantes están desnutridos, una proporción cada vez mayor de quienes votan o piensan políticamente desea un “automóvil en cada cochera”.
En nuestro desvario de innovación tecnologica y esclavitud ante la comodidad y la conveniencia, hemos diseminado una supercultura de rascacielos, aeropuertos, música rock, que barre el mundo como una gran epidemia, para usar las palabras de Kenneth Boulding. Hemos aceptado de forma acrítica (y con nosotros buena parte del mundo) esta supercultura como el elemento central del desarrollo) Pero nos engañamos:

La mayoría de la población mundial no podrá disfrutar nunca lo que llamamos "desarrollo". Sencillamente, no existen los recursos capaces de sostener un modo de vida que derroche tantas materias primas y tanta energia en una escala tan amplia durante mucho tiempo.
Aun cuando se descubriese una fuente de energia barata e ilimitada, eso alteraria el ecosistema del planeta.
La capacidad humana para enfrentarse a sistemas complejos y manejarlos, no está, sencillamente, a la altura de las tareas que supone la expansión y la continua aceleración del actual modo de vida.
Ideas, valores, estilos de vida, patrones de consumo, modelos económicos e instituciones políticas se trasmiten del centro a la periferia. Las minorias o élites locales, proceden a imitar y tratan de transformar a sus sociedades, de acuerdo a sus propias percepciones de lo extranjero. Esa “modernización” resulta en un costo social muy alto, en la medida que se desvian recursos, se crean distintas y novedosas formas de dependencia que estimulan las importaciones superfluas y el consumo conspicuo, se adapta la educación y la producción a las apetencias y necesidades de las minorias privilegiadas. Al propio tiempo, se debilitan la tradiciones y el POTENCIAL ENDOGENO PARA RESOLVER LOS PROBLEMAS. Como resultado, se profundiza la desigualdad y crece la marginalidad".

Véase:

Clinton, Richard: "América Latina, region que nunca se desarrollará" en: Comercio Exterior, vol 28,No.7, julio 1978,pp 816-821, México, con autorización del Bulletin of Atomic Scientist y del Autor. Derechos Reservados (1977) Por la Educational Foundation of Nuclear Sciences.

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